sábado, 6 de diciembre de 2008

Esto es un manicomio

"Me parece que la propuesta de la pena de muerte, más que buscar que sea una solución, es un ardid político de quienes buscan sacar provecho del malestar general de los mexicanos por la falta de seguridad". Eso escribe el lector Fernando Nieto Reyes en una carta a este grupo de periódicos y sin duda tiene razón, igual que la tiene al afirmar que el problema es la impunidad y al preguntar acusadoramente: "¿... quién va a llevar a cabo los juicios?, ¿los que dicen que el 'Góber Precioso' no tiene responsabilidad por el secuestro de Lydia Cacho?, ¿los que siempre absuelven a los Bejarano e Imaz?". La carta del señor Nieto concluye draconianamente: "Mientras haya corrupción, nada va a funcionar".

Sin duda hay un interes político torvo en la proposición legislativa para restablecer la pena de muerte como castigo a crímenes mayores, que ha sido empujada por el gobernador coahuilense Humberto Moreira, secundado por legisladores levantadedos que representan al gobernador y no al electorado. Humberto, igual de desfasado y oportunista que su antecesor Enrique Martínez y Martínez, quiere ser presidente y encuentra combustible para la hoguera de su ambición en el miedo y en el enojo colectivos: "Si Calderón pudo, que no pueda yo", dirá el dicharachero gobernador de Coahuila. Pero, con todo lo torvo y aprovechado de Moreira, lo cierto es que tampoco hay duda de que ese miedo y ese coraje populares existen y coexisten justificadamente, provocados por el avance de la delincuencia y por la incapacidad del gobierno mexicano para contenerlo, lo que quedó sobradamente demostrado en los deprimentes e improductivos resultados alcanzados en los primeros cien días del acuerdo contra la inseguridad.

El presidente Calderón, igual de dramático que el gobernador Moreira al decir que a los delincuentes "los fusilamos, los degollamos, los ahorcamos o les aplicamos una medida light, la inyección letal", ha ofrecido reiteradamente utilizar toda la fuerza del estado contra la delincuencia.

Lamentablemente la fuerza del estado y la del propio presidente Calderón hanresultado insuficientes en la práctica, no en la especulación metafísica, que es el terreno en el que se expresa la proposición del bárbaro del norte y gobernador de Coahuila, Humberto Moreira.

Quienes son capaces de pensar sensatamente, como Fernando Nieto que nos escribe, saben que la delincuencia se abate pescando, procesando y castigando a los delincuentes, para todo lo cual ya existen figuras suficientes y efectivas (si se aplican) en los códigos correspondientes.

Desgraciadamente hoy no vivimos en la sensatez sino en lo contrario más opuesto a la sensatez, que es la locura, la locura del miedo a ser molestados, robados, mutilados en lo personal o en lo familiar.

Casi no hay nadie de quienes usted y yo conocemos, en todas las grandes ciudades del país y en muchas de las poblacviones medianas y pequeñas, que no sea cercano de alguien que, cuando menos, ha sido extorsionado, vía celular, por supuestos secuestradores de cercanísimos familiares suyos. Aquí empieza la cadena delictiva que nos hacina en el terror a todos los mexicanos, arrancando en mi secretaria, extorsionada en falso con el secuestro de su hija, y acabando verdaderamente en Nelson y su hija desaparecida, pasando por Alejandro y su hijo asesinado.

El gobernador Moreira es un demagogo aprovechado, sí, pero se aprovecha del muy real y sudado miedo que sale por nuestros poros inconteniblemente, tan inconteniblemente como crimenes y criminales salen por los poros de esta nación atribulada, extorsionada por delincuentes que, disfrazados de gobernantes, buscan votos a cambio de protección, que eso y no otra cosa es lo que está detrás de la absurda iniciativa del capo Moreira, tan absurda como un secuestro falso anunciado por un celular, que ofrece protección a cambio de 500 pesos de tiempo aire.

Es locura lo que venden el gobernador coahuilense y sus diputados priistas. Es locura lo que estamos dispuestos a comprar los mexicanos que llevamos muchos meses, hasta hacer años, viviendo en la locura de no tener futuro después de habernos acabado el presente. Es locura la de los senadores que, en medio de tanta pobreza, se pagan este diciembre 167 mil pesos de aguinaldo cada uno, eso sí después de regalarles riqueza del pueblo para la eternidad a los dueños de los medios electrónicos, como Televisa y TV Azteca, a través de la reforma de la ley de Radio, Televisión y Cinematografía, que les permitirá prorrogar en automático sus concesiones varias veces hasta por períodos d e 20 años, algo que la Suprema Corte ya había condenado como improcedente. Obviamente, el senador Manlio Fabio Beltrones, autor de la iniciativa reformista y colega del capo Moreira, está comprando protección televisiva por anticipado para su campaña presidencial.

O, quizás, junto con sus pares del senado aguinaldeados con dinero de los pobres, está promoviendo la celebración del Centenario de la Revolución... con otra revolución.

Patriota que es.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Legitimidad, voluntad y oficio políticos

El marco ideal para que un jefe de gobierno pueda concretar los cambios que, de acuerdo a su oferta política, requiere el país, consiste en reunir el mayor monto posible de legitimidad, voluntad y oficio políticos. En la medida en que uno o más ingredientes de esa fórmula falten o escaseen, la capacidad de gobernar se verá limitada y, en el extremo, anulada. Ese parece el balance político de los ocho años de gobiernos panistas en México. Vicente Fox llegó con la mayor legitimidad democrática de nuestra historia, generando un elevado monto de energía social y capital político. El PRI enfrentaba gran fragilidad tras haber perdido la presidencia, su columna vertebral. Lo que daba a Fox la oportunidad de concentrar el liderazgo nacional en su gobierno y partido. Pero, pese a tan favorables condiciones, Fox no tuvo la voluntad de profundizar en la democracia. Optó mejor por intentar el avance de las reformas económicas en las que creía. Se puede debatir si en ese momento era más urgente privilegiar la economía sobre la política -creo lo segundo- pero el dato objetivo es que a Fox se le dio el voto mayoritario para continuar con la democratización, apenas iniciada en los años previos. Ese era claramente el mandato ciudadano, y de hecho Fox presentó la elección de 2000 como un plebiscito entre la continuidad autoritaria y el cambio democrático, que él (presuntamente) representaba. Muy pronto olvidó Fox su encomienda -la democracia- y pretendió en cambio consolidar el modelo económico heredado del PRI tecnocrático, por lo que requería el respaldo del propio tricolor en el Congreso. Por ello, lo primero que hizo fue fortalecer al golpeado priísmo extendiéndole una amplia carta de impunidad. Con lo cual relegó -hasta nuevo aviso– la posibilidad de fortalecer la democracia. Pero Fox tampoco tuvo el oficio político para valorar y negociar con el PRI, por lo que éste no le cumplió. Lo que tuvimos al final no fue ni reforma económica ni avance democrático, sino un enorme vacío de poder y una oportunidad histórica –de las que no se dan en maceta– tirada al caño.

Con Felipe Calderón se dijo que las cosas podrían ser distintas, pues se trataba de un político de larga trayectoria, un panista de pura cepa y no un advenedizo como Fox (así fue siempre visto por el panismo tradicional). Con Calderón la oferta electoral sí fue claramente económica; la opción en 2006 se presentó como la buena continuidad económica y el riesgoso viraje populista (aunque la crisis internacional ya le cambió la jugada a Felipe). Lo que implicaba que, de ganar, Calderón, intentaría profundizar la reforma económica que Fox no pudo empujar, relegando nuevamente para mejores tiempos el compromiso histórico del PAN con la democracia (que el blanquiazul ya guardó en el arcón de los recuerdos). Para ello era necesario contar una vez más con el PRI, sin el cual, para empezar, ni siquiera hubiera podido asumir Calderón como titular del Ejecutivo. Por tanto, era menester continuar con la política de impunidad hacia el PRI, muestra clara de lo cual fue la distancia entre el Calderón que exigió la renuncia de Mario Marín y el Calderón que apuntaló al abusivo gobernador de Puebla.

Calderón llegó sin la legitimidad electoral necesaria para gobernar con eficacia, si bien parece tener la voluntad de hacerlo. Ahí está un buen número de iniciativas de reforma de buen calado que ha enviado o respaldado. Cosa distinta es que algunas de ellas hayan sido diluidas en el camino, al grado de quedar irreconocibles. Es el caso de la reforma petrolera, lo que en buena parte se explica por no contar con la legitimidad necesaria para una reforma de tal magnitud; con un país polarizado, y un triunfo electoral cuestionado por la mitad de los ciudadanos, difícilmente podría llevar a buen puerto una reforma tan controvertida. Desde luego, la legitimidad no ganada en las urnas puede ser compensada por un buen desempeño gubernamental. Calderón podría hacerlo, por ejemplo, llamando a cuentas a uno o varios peces gordos de la corrupción (como lo hizo Carlos Salinas de Gortari). Y ante la inconveniencia política de tocar al PRI, ahí está la familia de Martha Sahagún, a la que con gran probabilidad podría demostrársele varios ilícitos. La ganancia política de semejante decisión sería enorme, y su costo prácticamente nulo. A menos, claro, que alguna poderosa razón impida a Calderón abrir el expediente de la familia política de Fox.

Y en cuanto al oficio político de Calderón, aunque se esperaba mucho de él, tampoco lo ha mostrado plenamente hasta ahora (por lo que empezamos a sospechar que esa deficiencia no era rasgo exclusivo del foxismo, sino del PAN en general). Eso se ha visto, sobre todo, en la guerra declarada contra el narcotráfico que, como el propio Felipe y varios de sus lugartenientes han reconocido, se inició precipitadamente sin saber a quiénes se enfrentaba, qué capacidad de respuesta tenían, qué tan infiltrados tenían a los cuerpos de seguridad gubernamentales. Es decir, al no tener un diagnóstico adecuado del problema (se pensó que era pulmonía, y resultó ser cáncer), la estrategia elegida difícilmente podría ser eficaz. Pero la estrategia continuará intacta, nos dice Calderón, lo que equivale, tras haber diagnosticado finalmente un cáncer, a continuar la medicación para la aparente pulmonía. Y viene también el manejo de la crisis económica que, según algunos especialistas, apenas asoma. ¿Se tendrá el oficio necesario para aminorar su impacto? El caso es que por falta de legitimidad, de voluntad o de oficio político (o una lamentable combinación de ello), los gobiernos del PAN están resultando un absoluto fiasco. Y los priístas se aprestan a tomar esa cada vez más difundida convicción como estandarte propagandístico de cara al 2009 y el 2012. El terreno para ese escenario lo abonaron los propios panistas.

martes, 2 de diciembre de 2008

Diagnostico

La situación es compleja. Hoy más que nunca se requiere serenidad. De nada sirve dejarse llevar por la histeria, menos aun cuando tiene tintes políticos. Todos estamos en el mismo barco. Discernir es obligado. Las cifras son claras.

1. El problema tiene dos vertientes: la inseguridad que afecta a cualquier ciudadano y las muertes y enfrentamientos producto de la guerra contra el narco y la guerra entre narcos. En dos años llegamos a cerca de 8 mil muertes en este último rubro. La mayor parte miembros de las bandas.

2. La guerra contra el narcotráfico y entre narcos tiene su propia lógica. Los increíbles decomisos, las numerosas detenciones, las deportaciones han afectado seriamente esta actividad. La reacción no debe sorprender. La experiencia de otros países nos indica que no hay victoria total, pero sí la posibilidad de replegar al narco y reinstalar el control sobre el monopolio de la violencia en manos del Estado. Hay una salida al túnel. Mientras no se cree una fuerza pública especializada y suficiente, las Fuerzas Armadas tendrán que seguir allí. La decisión del presidente es correcta aunque el periodo de cosecha se mire lejos.

3. La inseguridad ciudadana merece matices. La media nacional de homicidios dolosos (alrededor de 10 por 100 mil habitantes) nos sitúa muy por arriba de los países de la OCDE pero también muy por debajo de otros países no sólo de África sino de América Latina, Colombia, Venezuela, Brasil. Lo más asombroso de todo es que esta cifra ha descendido sensiblemente desde 1994 en que oscilaba los 19 homicidios. Esa realidad estadística resulta hoy indigerible por una opinión pública intoxicada que siente estar a la mitad del océano.

4. Hay entidades con muy pocos homicidios dolosos, Yucatán, Querétaro, Tlaxcala, Aguascalientes, Guanajuato, Campeche, es decir, poca guerra y con prevalencia delictiva(seguridad) de primer mundo como Zacatecas, Hidalgo, Chiapas, Oaxaca, Querétaro o Colima entre otros, donde sin embargo la percepción es terrible. Están patológicamente alertados. Algo está mal en la información que están recibiendo.

Hay seis entidades con un claro desfase entre lo que verdaderamente ocurre en las calles y su percepción de inseguridad: Tabasco, Sinaloa, Veracruz, Chiapas, Hidalgo, Yucatán. El caso más dramático es Zacatecas, que resultó con el índice de prevalencia más bajo, con la mayor seguridad, y en donde sin embargo cerca del 52 por ciento de la población se siente inseguro.

5. Los delitos que más afectan a la ciudadanía son robo a transeúnte, 42 por ciento, robo parcial de vehículo, 20 por ciento, y robo a casa habitación, 10 por ciento. Ocho de cada 10 delitos cometidos son del fuero común, responsabilidad de policías municipales y estatales. La cifra de secuestro no es confiable. Indirectamente se sabe que ha aumentado y contra la imagen generalizada el secuestro afecta más a familias de ingresos medios y bajos, secuestro exprés.

6. Un hallazgo preocupante es que en uno de cada tres delitos el delincuente portaba un arma y en la tercera parte de ellos la usó. Una de cada 10 víctimas fue agredida con arma.

7. Otro dato alarmante es la juventud de los delincuentes, alrededor del 65 por ciento es menor de 35 años. La creciente adicción a drogas podría estar detrás.

8. Sólo una de cada cinco víctimas denunció el delito. El 40 por ciento de las víctimas lo consideró una pérdida de tiempo. Sólo poco más de la mitad de las denuncias generó una averiguación previa. Sólo en el 5 por ciento de los casos un presunto responsable fue puesto a disposición de un juez. Sólo 7 de cada mil delitos tuvo sentencia condenatoria. Éste es el nudo mayor de la inseguridad en el país: la impunidad.

Conclusiones a bote pronto. La inseguridad cuesta a los mexicanos alrededor de 1 punto del PIB, casi lo mismo que se va a invertir en paliativos. La percepción de inseguridad tiene motivos fundados e infundados. Valdría la pena indagar sobre el papel de los medios en esto. En el 2007 alrededor del 11 por ciento de la población fue víctima de algún delito. La mayor concentración se dio en el DF, Tamaulipas, Baja California, Chihuahua. En algunas entidades la incidencia creció dramáticamente: Nuevo León. Es casi imposible establecer alguna coordenada partidaria. La entidad más segura y la más insegura están gobernadas por el mismo partido. PRI, PAN y PRD gobiernan entidades en los polos.

La recuperación del espacio público es clave y es responsabilidad municipal y estatal. Sin una mejor preparación y coordinación de las policías la inseguridad ciudadana no mejorará. Cito al presidente: no son recomendables. Hay que incrementar la denuncia ciudadana anónima y formal. Repito, el nudo mayor de la inseguridad en México está en el Ministerio Público.

Guerra de los cien años

Mientras Felipe Calderón encabeza una guerra sin cuartel contra la oferta de las drogas (y que evoca más a la "guerra de los cien años" que a la de los "cien días"), su esposa, Margarita Zavala, lo hace contra el consumo de las mismas. Margarita tiene más probabilidades de ofrecer resultados en esta empresa, que Felipe en la suya. Si el combate al consumo de drogas contara con mayor atención y recursos gubernamentales de los que ahora dispone, entonces el origen del problema sería manejado con mayor eficacia. Y desde luego, si al uso y abuso de las drogas se les tratara exclusivamente como lo que son - un problema de salud pública -, nos ahorraríamos los graves problemas de seguridad pública – y cada vez más de seguridad nacional - asociados al mercado negro de narcóticos.

Por ejemplo, en una visita a un Centro de Integración Juvenil (CIJ) en Acapulco, Margarita previno contra los primeros acercamientos de los niños a las drogas, pues de acuerdo a diversos estudios, la probabilidad de adicción a esa droga es mayor cuando se ingiere por primera vez por debajo de los quince años (Excélsior, 17/Oct/08). De ahí la importancia de blindar a los niños, tanto como sea posible, de los narcóticos. Pero aquí hay una paradoja, pues en un esquema de alta inseguridad derivado del combate a la oferta de drogas, como el que vive México, los niños que logren evitar el consumo de drogas (gracias a una orientación adecuada por sus padres y maestros), están sujetos – como el resto de los ciudadanos – a los peligros propios de la guerra contra el narco. Así, Margarita instó a los padres y maestros reunidos en el CIJ de Acapulco a hacer un esfuerzo de prevención, "Para que no exista un primer acercamiento y se pueda ver a los jóvenes guerrerense y mexicanos libres, caminando con el futuro en las manos". Un futuro que, sin embargo, podría ser de pronto cegado si esos niños y jóvenes se topan con un retén militar, donde por error reciban una ráfaga de metralla. O bien podrían encontrarse en medio de un fuego cruzado entre narcos y policías (o entre dos bandas de narcos, o entre policías municipales y federales, o entre militares y policías, o entre…). O podrían ser alcanzados por una esquirla de granada de fragmentación al salir a pasear con su familia. O incluso recibir un balazo en su escuela, durante el recreo, como ocurrió al niño Rubén Emir Serrano en Cuernavaca. A estas alturas, deben estar falleciendo anualmente más víctimas civiles como consecuencia de la guerra contra el narco que por la ingestión de drogas ilegales.

Por otro lado, quienes se oponen a una eventual despenalización de las drogas (por ejemplo, de la mariguana), sostienen que no cabe distinguir entre drogas 'blandas' y 'duras'; todas son duras. En cuyo caso, también así deben considerarse el tabaco y el alcohol, que son letales. Y es que cuando se mencionan los graves daños a la salud que provocan ciertas drogas ilegales, salen también a flote los perjuicios provocados por el tabaco o el alcohol, tan dañinos o más que muchos otros estupefacientes. Hace algunas semanas se presentaron ante el Parlamento inglés un grupo de científicos británicos en pro de la despenalización del cannabis, aduciendo que por cada tres muertes provocadas por esa hierba, se registran 150 mil producto del alcohol y el tabaco.

De hecho, la propia Margarita, en su discurso en Acapulco, citó un estudio publicado en el mes de octubre en la revista Psychological Science, en donde se reportan resultados de una investigación consistente en seguir a mil niños estadounidenses hasta llegada la edad de 27 años. Se encontró que aquellos que había consumido alguna droga antes de los quince años, eran más proclives a hacerse adictos que quienes consumen por primera vez los narcóticos en edades posteriores. Además, esos consumidores prematuros estaban más expuestos a contraer enfermedades por vía sexual, quedar fuera del sistema educativo o incurrir en algún delito. En el caso de las mujeres, era más probable que quedaran embarazadas antes de los 21 años. Pero al final de la investigación se aclara que los casos que con más frecuencia se cayó en esos riesgos fue cuando la droga ingerida era… el alcohol, el mismo que se puede adquirir en bares y restaurantes, en tiendas y supermercados. ¿Por qué entonces está legalizado ese letal narcótico? Cualquier respuesta que se ofrezca a esa pregunta (como sería evitar el resurgimiento de un sangriento mercado negro), es también aplicable al resto de las drogas. Aquí ya no cabría hacer distinciones; si todas las drogas son duras, también lo son el alcohol y el tabaco.

Finalmente, el argumento de que la legalización dispararía su consumo, es cuestionado al menos por el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT). De acuerdo con su último informe, el consumo de drogas en personas entre 16 y 64 años en el viejo continente es de 8.5 por 10 mil habitantes. Pero el mismo dato para el caso de Holanda es de apenas de 3 por 10 mil habitantes. En España, la adicción a drogas inyectables representa 3 por cada 10 mil habitantes; en naciones como Italia llega a ser de 8 por cada 10,000. En Holanda, ese indicador es de apenas .2 por cada 10 mil habitantes. El número de adictos a opiáceos en una ciudad permisiva con la mariguana, como lo es Ámsterdam, se ha reducido entre 1998 y 2005 en más de 50 por ciento. De tal modo que conviene seguir reflexionando sobre la racionalidad o irracionalidad de tratar un problema de salud pública -en el que los afectados son los pocos que voluntariamente abusan de las drogas- como uno de tipo policiaco, político, militar y de seguridad nacional, producto de la prohibición -en donde los afectados somos los muchos que vivimos bajo un Estado acosado, rebasado y entrampado en una guerra de cien años-.

Inicia Hoy

Amigos... mucho se habla del 2010 y de la revolución por venir... dudo mucho que eso suceda en realidad, falta poco tiempo y no hay organización en el asunto, hay muchos ideales y falsas expectativas... no espero que haya levantamientos y se tomen las calles o las armas... eso causa pura inestabilidad, pero para mí la revolución estalla el día de hoy.

Desde hoy la Revolución por un México más justo, humano y con mejor distribución inicia...
deseo para ese México trabajo de puertas cerradas, para producir lo que el País requiera, México para los Mexicanos... al diablo las exportaciones de producto que el País no tiene.
toneladas de alimento se venden a USA y otros países sin que México tenga para alimentar a su pueblo, reactivar el campo para que se produzca para llenar de alimento nuestras bodegas y casas, eso bajará el costo de los alimentos.
Una sana politica de impuestos, cobrar los impuestos correspondientes a las empresas y exigir que se cumplan los procedimientos de calidad y sentido comun.
Respeto a Vacaciones y los días de asueto, Jornada laboral justa, Sueldo suficiente, Vivienda Digna, calles iluminadas, buena distribucion y planeación del consorcio popular de vivienda. No es tan dificil si se tiene sentido común.
JUSTICIA DE PUERTAS ABIERTAS con juzgados de audiencia pública con jueces de tiempo completo y abogados profesionales, una real persecución de justicia, y obviamente calificada y supervisada por la sociedad en general con testigos y corte. que reyne el sentido comun de justicia y que los casos no se burocraticen dejandose en congeladora 6 meses o años incluso cuando en 2 días o una semana puede llegarse a conclusiones. el sistema de ministerio público es un cancer en esta sociedad, esta rebasado y completamente inoperante, está burocratizado y es un mountruo sin rostro, igual que el resto del sistema de justicia.
Policias profesionales con estudio y academia, supervisados por oficinas de asuntos internos, la cual será presionada por la sociedad mísma con sistemas de denuncia anonima y pública.
Los medios comprometidos dando mas espacio a la causa social y funcionar como una voz de alerta ciudadana y como un sistema de focos rojos al mismo gobierno.
El narcotráfico terminará cuando la seguridad sea un hecho, cuando los trabajos justos sean bien remunerados, cuando la educación familiar e institucional sea suficiente para darle los valores de justicia, trabajo y ética a nuestros hijos.
Alejar a los sindicatos de la toma de decisiones en el país y se dediquen exclusivamente a defender a los trabajadores cuando haya razón de hacerlo! si existe negligencia o etupidez por parte del trabajador el sistema real de justicia actuará supervisado por la sociedad!
Si la milicia quiere combatir el narcotráfico hay de dos... que destruya las plantaciones y que desmantele los laboratorios, así de simple, sin laboratorio ni tierra de cultivo no hay narcotráfico! Los militares cuentan con todo lo necesario para esa labor, excepto la voluntad.
Y de esa manera no hay necesidad de pisotear los derechos humanos más elementales.
Asi es como con un simple sentido comun y un ordinario respeto por la sociedad y las personas se puede tener una familia, una comunidad, una ciudad, un estado, un país con un mejor nivel de vida.

YO decidí empezar con esta tarea el día de hoy: RESPETANDO a la Persona, Juzgando al criminal, Protegiendo a la Familia y Educando al Pueblo.