Sin duda hay un interes político torvo en la proposición legislativa para restablecer la pena de muerte como castigo a crímenes mayores, que ha sido empujada por el gobernador coahuilense Humberto Moreira, secundado por legisladores levantadedos que representan al gobernador y no al electorado. Humberto, igual de desfasado y oportunista que su antecesor Enrique Martínez y Martínez, quiere ser presidente y encuentra combustible para la hoguera de su ambición en el miedo y en el enojo colectivos: "Si Calderón pudo, que no pueda yo", dirá el dicharachero gobernador de Coahuila. Pero, con todo lo torvo y aprovechado de Moreira, lo cierto es que tampoco hay duda de que ese miedo y ese coraje populares existen y coexisten justificadamente, provocados por el avance de la delincuencia y por la incapacidad del gobierno mexicano para contenerlo, lo que quedó sobradamente demostrado en los deprimentes e improductivos resultados alcanzados en los primeros cien días del acuerdo contra la inseguridad.
El presidente Calderón, igual de dramático que el gobernador Moreira al decir que a los delincuentes "los fusilamos, los degollamos, los ahorcamos o les aplicamos una medida light, la inyección letal", ha ofrecido reiteradamente utilizar toda la fuerza del estado contra la delincuencia.
Lamentablemente la fuerza del estado y la del propio presidente Calderón hanresultado insuficientes en la práctica, no en la especulación metafísica, que es el terreno en el que se expresa la proposición del bárbaro del norte y gobernador de Coahuila, Humberto Moreira.
Quienes son capaces de pensar sensatamente, como Fernando Nieto que nos escribe, saben que la delincuencia se abate pescando, procesando y castigando a los delincuentes, para todo lo cual ya existen figuras suficientes y efectivas (si se aplican) en los códigos correspondientes.
Desgraciadamente hoy no vivimos en la sensatez sino en lo contrario más opuesto a la sensatez, que es la locura, la locura del miedo a ser molestados, robados, mutilados en lo personal o en lo familiar.
Casi no hay nadie de quienes usted y yo conocemos, en todas las grandes ciudades del país y en muchas de las poblacviones medianas y pequeñas, que no sea cercano de alguien que, cuando menos, ha sido extorsionado, vía celular, por supuestos secuestradores de cercanísimos familiares suyos. Aquí empieza la cadena delictiva que nos hacina en el terror a todos los mexicanos, arrancando en mi secretaria, extorsionada en falso con el secuestro de su hija, y acabando verdaderamente en Nelson y su hija desaparecida, pasando por Alejandro y su hijo asesinado.
El gobernador Moreira es un demagogo aprovechado, sí, pero se aprovecha del muy real y sudado miedo que sale por nuestros poros inconteniblemente, tan inconteniblemente como crimenes y criminales salen por los poros de esta nación atribulada, extorsionada por delincuentes que, disfrazados de gobernantes, buscan votos a cambio de protección, que eso y no otra cosa es lo que está detrás de la absurda iniciativa del capo Moreira, tan absurda como un secuestro falso anunciado por un celular, que ofrece protección a cambio de 500 pesos de tiempo aire.
Es locura lo que venden el gobernador coahuilense y sus diputados priistas. Es locura lo que estamos dispuestos a comprar los mexicanos que llevamos muchos meses, hasta hacer años, viviendo en la locura de no tener futuro después de habernos acabado el presente. Es locura la de los senadores que, en medio de tanta pobreza, se pagan este diciembre 167 mil pesos de aguinaldo cada uno, eso sí después de regalarles riqueza del pueblo para la eternidad a los dueños de los medios electrónicos, como Televisa y TV Azteca, a través de la reforma de la ley de Radio, Televisión y Cinematografía, que les permitirá prorrogar en automático sus concesiones varias veces hasta por períodos d e 20 años, algo que la Suprema Corte ya había condenado como improcedente. Obviamente, el senador Manlio Fabio Beltrones, autor de la iniciativa reformista y colega del capo Moreira, está comprando protección televisiva por anticipado para su campaña presidencial.
O, quizás, junto con sus pares del senado aguinaldeados con dinero de los pobres, está promoviendo la celebración del Centenario de la Revolución... con otra revolución.
Patriota que es.
