sábado, 31 de enero de 2009
Pobre Libertad
La vocación periodística igualmente se inscribió a la baja. Es, para decirlo sin eufemismos, de las más desprestigiadas. Y hay razón para ello: las proverbiales persecuciones a los "famosos", muchos de los cuales gozan del favor del público, y los constantes señalamientos a la supeditación de informaciones al "mejor postor", anulan el interés de quienes, en al arranque de sus vidas, se proponen no permanecer en los pantanos sino superarlos para vivir sin aflicciones. También, claro, la perspectiva de los altos riesgos que se afrontan y no sólo por los corresponsales de guerra sino por cualquiera que se anime a denunciar hechos comprometedores-, inhibe a los bisoños que apuestan por la tranquilidad y la existencia sin apreturas. La carrera, por tanto, es desdeñada desde dos ópticas completamente equidistantes, entre los vicios y los aceros.
Recuerdo que, alguna vez, uno de los jóvenes hijos de un director de diarios independientes, al conocerme y enterarse de los azarosos pasajes que han marcado mi andar por los caminos de la información, preguntó casi con aire inocente si tenía sentido afrontar tantos peligros y vicisitudes, con los consiguientes sacrificios personales y las auditorías permanentes de la opinión pública, escéptica con razón por tanto como se le ha ofendido y mentido, para cumplir la misión informativa. Le hablé, desde luego, de la vocación, de la trascendencia de asegurar la comunicación entre los seres humanos ejerciendo nuestra libertad y puntualicé:
--La crítica, por ejemplo, es un valioso contrapeso para frenar los abusos del poder y no sólo el político.
No sé si lo convencí pero aquel diálogo, refrescante y llano, me sirve para reflexionar a cada rato sobre las razones por las cuales debemos impulsarnos, cada día, hacia adelante. Acaso también nos impulsan las voces silentes de las tumbas que guardan a quienes han sido víctimas de la represión intelectual. Mientras más cercanas, y ya tocamos con las manos a centenares, mayor nuestro escudo interior aun cuando no por ello puedan disiparse las emboscadas.
Los agobios se repiten por doquier si bien no en todos los casos con igual repercusión en los medios. Más ahora cuando los reacomodos persisten en un clima agobiante que resalta los vacíos de poder y las disputas territoriales, lo mismo de cárteles en busca de dominios que de partidos demandantes de votos, ante un gobierno vulnerable, maniatado por sus limitaciones financieras y operativas-, cuyo rosario de "buenas intenciones" apenas alcanza para encoger los hombros de los escépticos, la mayor parte de los mexicanos. Ante un cuadro así es evidente la importancia del periodismo que mantiene velámenes de libertad sobre las andanadas de los mercenarios de siempre. Ya vienen las campañas, otra vez.
Llega a mi mesa de trabajo la valerosa denuncia de Ana Lilia Pérez, periodista, quien tuvo la osadía de indagar los redituables contubernios, políticos y económicos, entre un poderoso consorcio del norte, el de los hermanos Zaragoza "Zeta Gas" que integra, nada menos, ochenta empresas concesionarias de PEMEX-, y la familia Mouriño, arraigada en Campeche y de raíces gallegas, de la que salió un notable funcionario público, Juan Camilo, convertido en el "delfín" de la derecha institucional hasta su trágica muerte el pasado 4 de noviembre a la que oficialmente se califica como un "accidente", provocado claro por la impericia de dos pilotos con muchas horas de vuelo pero incapaces de vadear la turbulencia, provocada por una aeronave que precedió a la suya, cuando comenzaba el descenso al aeropuerto de la ciudad de México. Un misterio más que se suma a las escenografías habituales de nuestro sistema peculiar.
Ana Lilia optó por desaparecer dejando una grabación en la que indica su temor a ser confinada, perseguida por el delito de "daño moral" que llevó a la detención de su conocido editor, Miguel Badillo Cruz, por mucho tiempo especializado en las investigaciones sobre la manera de proceder de las mafias en México, sin que se diera ningún citatorio ni se cumpliera otra diligencia, esto es como si informar fuera un ilícito de lesa humanidad como lo es, claro, el narcotráfico y todas las secuelas del crimen organizado. A este extremo hemos llegado.
Por cierto, hace unas semanas fue aprehendido, en Chiapas, el ex fiscal general Mariano Herrán Salvatti, quien en otros tiempos fue también llamado "zar antidrogas"antes de ser designado procurador de Chiapas con el padrinazgo del ex gobernador Pablo Salazar, acusado por asociación delictuosa y peculado, entre otras causas graves. Lo señalo porque uno de las motivaciones de este personaje, a lo largo de su actuación gubernamental y con el consentimiento de Salazar, fue la de perseguir y reprimir a los críticos mediante la elaboración de leyes, aprobadas por un Congreso lacayuno, tendientes a elevar la coerción de los ilícitos frecuentemente relacionados con la actividad periodística difamación, calumnias y daño moral-, en ocasiones con razón y otras veces, muchas veces, consecuencias de la censura descarada y su cauce hacia la represión.
Desde luego, el procedimiento que se sigue a Herrán, a quien debería seguir otro contra su patrón Salazar, sirve para maldita la cosa luego de que dos editores, Conrado de la Cruz Jiménez y su hijo, perdieran sus vidas como consecuencia de la persecución contra ellos instrumentada, esto es por mantener la vigencia de la crítica en su diario, Cuarto Poder, contra el viento de la impudicia política. Otra vez, el tiempo vino a darnos la razón sin que con ello podamos paliar el dolor acumulado.
Debate. En 2005, en Ciudad Juárez, me advirtieron del peso tremendo, social y político, de las familias adineradas de la región, sobre todo los Zaragoza, los Bermúdez y los Fuentes. Por supuesto, algunas versiones sobre los feminicidios tendían a extender los chantajes a los rutilantes y hasta ahora intocables miembros de la aristocracia juarense tal y como asenté en el libro que Océano me editó al respecto y cuya pobre difusión de hecho, muy extraña- no inhibió a miles de lectores que buscaron los testimonios e incluso, en no pocos casos, los avalaron.
Los Zaragoza se cuecen aparte. Sus heredades son inmensas y van acompañando a los viajeros que se aproximan, por carretera, a la urbe fronteriza. Todos saben de su poder, esto es de su capacidad para instalar alcaldes e incluso gobernadores, financiándolos y avalándolos ante otros representantes del gran capital. Por supuesto, sus vinculaciones han sido de enorme calado a través de los años. No cualquiera, claro, goza del privilegio de mantener enlaces con la mayor paraestatal del país con amplios márgenes de maniobra. Desde la cercanía con el extinto profesor Carlos Hank González hasta los acuerdos soterrados con el que sería uno de los más poderosos clanes políticos de la derecha, los Mouriño con la carga del proyecto presidencial ahora trunco por la muerte de Juan Camilo.
Pero, la verdad, me resulta inexplicable que fueran los propios Zaragoza, en voz del mayor de ellos, quienes difundieran, en una entrevista con Ana Lilia Pérez, sus enjuagues, incluso para explicar sus nexos con los Mouriño y, por consiguiente, con el actual depositario del Ejecutivo federal, Felipe Calderón, quien pasó por la secretaría de Energía antes de convertirse en aspirante a la silla presidencial. Esto es: como si tuvieran prisa por develar los misterios de su encumbramiento acaso para extender mensajes sólo reconocibles entre líneas por sus recipiendarios.
De allí lo extraño de la cuestión. Primero, revelan los puntos oscuros y ellos mismos se colocan la soga al cuello; después, abogados en ristre, proceden en contra de la reportera, de su editor y de las publicaciones respectivas aduciendo que han sufrido "daño moral" al ser exhibidos públicamente. ¿Acaso no sopesaron tales riesgos al momento de extender sus declaraciones a una periodista quien, además, las grabó para no dejar dudas sueltas? La trama es verdaderamente sinuosa y no es sencilla de resolver.
No obstante, más allá de las dudas razonables, existe un hecho incontrovertible: Badillo fue detenido y confinado en el penal "El Torito" y Ana Lilia confronta una orden de aprehensión que le obliga a permanecer guarecida, como si fuera una criminal, a salto de mata. ¿Dónde queda la libertad ante los infundios jurídicos?
El reto. Ya hemos dicho que, en sentido contrario a lo que ocurre con los comunicadores, a las fuentes de información no se les puede acusar por acosar a quienes expresan comentarios y críticos reñidos con las líneas que ellos marcan. En cambio, al extender la figura del "daño moral" para sancionar incluso a quienes develen verdades, corroboradas, que los afectados consideren lesivas para su honra y estatus, se pretende encasillar la actividad periodística aprovechando, por supuesto, no sólo el clima de linchamiento prevaleciente sino también el desprestigio oficioso en el que se encasilla a todos por los pecados de unos cuantos.
La inmoralidad del procedimiento salta a la vista. Es evidente. Y, pese a ello, la rutina se mantiene como si de una Espada de Damocles, situada sobe las cabezas de los informadores, se tratara. A quienes ejercen la crítica, sin embargo, les queda un arma poderosísima: la autoridad moral que, tarde o temprano, se impone. Como en Chiapas... aunque mi viejo amigo Conrado ya no viva para ser justamente vindicado.
Lo más lamentable del caso que nos ocupa es el hilo conductor cuyo extremo llega a lo más alto de la pirámide del poder presidencial. Porque más allá de las buenas intenciones, a las que tantas veces se apunta el señor Calderón, es necesario responder con hechos para fortalecer los debates antes de optar por silenciar a las voces incómodas. Abundaremos.
La anécdota. Releo en "Los Escándalos" Grijalbo, 1999-, una sentencia que parecía entonces inapelable:
--Entiéndalo bien gruñó el director de un cotidiano de la ciudad de México especializado en temas económicos a sus reporteros-. En este sexenio el de Ernesto Zedillo-, nadie puede tocar a Guillermo Ortiz Martínez ni a Eduardo Fernández García. ¡Ah!, tampoco a Jaime Camil el padre, especializado en el contrabando de armas de acuerdo a infinidad de señalamientos-.
De aquel trío sobreviven dos, el primero y el último de la apretada lista. Pero se han agregado otros: entre ellos, los Mouriño más intocables tras su propia tragedia-, y los Zaragoza, protagonistas directos de una de las tramas más escandalosas del presente.
Estrategia de manos húmedas
La percepción que Calderón pretende cambiar es la asentada por el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos que, en un reporte interno
de noviembre pasado, diagnosticó: "En términos de los peores escenarios posibles para el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y, de hecho, para el mundo, dos estados grandes e importantes están en consideración para un rápido y repentino colapso: Paquistán y México".
El documento militar norteamericano concede que la posibilidad mexicana pareciera ser menos probable que la paquistana, pero "el gobierno, sus políticos, la policía y la infraestructura judicial están bajo asalto sostenido y presión por las bandas criminales y cárteles de la droga". En el apartado "Estados débiles y fallidos", el reporte advierte enfáticamente:
"Cualquier caida de México al caos demandaría una respuesta estadounidense basada en las serias implicaciones que tendría tan solo para la seguridad interna de Estados Unidos. El reporte referido es un diagnóstico de las amenazas a nivel mundial dentro de 25 años, presentado por el Comando Conjunto al Departamento de Defensa norteamericano.
Otra percepción que el presidente Calderón quiere cambiar con una estrategia muy fuerte de relaciones públicas es la de la influyente revista Forbes, que suele basar sus reportajes en profundas investigaciones y no en
declaraciones oficiales de campaña de imagen diseñada por imagineros oficiales. Con base en una de esas investigaciones fue que en su edición de diciembre Forbes pronosticó para México una crisis de cero crecimiento económico, generada por la inseguridad, el derrumbe de los petroprecios y la recesión estadounidense: "El clima de miedo está paralizando la vida económica", señaló sombríamente la publicación.
Con el respeto que el presidente de la República debería merecerle a cualquier mexicano, el enfoque de Calderón es simplista y hasta pueril. Para empezar, atribuir el diagnóstico de estado fallido a una estrategia fallida de relaciones públicas es una estrategia fallida de gobernar. De hecho, Calderón y sus fallidos agentes de relaciones públicas ya cabildearon al departamento de Defensa (el Pentágono), logrando que se "deslindara" del reporte del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas que, dijo un vocero en Wahington (según López Dóriga antenoche), no representa la opinión del departamento de Defensa o, lo que es lo mismo, del gobierno gringo.
Pero, y de allí lo del simplismo, el deslinde del Pentágono, seguramente conseguido en una cabildeada washingtoneana, no invalida el reporte del Comando Conjunto ni modifica las terribles condiciones imperantes en México, que el diagnóstico delinea finamente como con un afilado bisturí.¿O acaso los fallidos cabilderos mexicanos cambiaron en Washington el hecho que usted y yo conocemos y vivimos con terror todos los días de que "el gobierno, sus políticos, la policía y la infraestructura judicial están bajo asalto sostenido y presión por las bandas criminales y cárteles de la droga".
Calderón se sentó él mismo a cenar en Davos con Steve Forbes, editor de la revista del mismo apellido, a quien le hizo saber, reveló el presidente devenido en Suiza en socialite, que México no es Paquistán y que, a pesar de la edición de diciembre de su revista con ese comparativo, a México le iba muy bien. Esa acción presidencial de fuerte estrategia personal de relaciones públicas, fallida porque insulta a Paquistán, tampoco cambia el pronóstico, de Forbes y de la propia Secretaría de Hacienda de México, de la crisis del crecimiento cero (estimación percibida como optimista por un sarcástico Guillermo Ortiz), generada por la inseguridad, el derrumbe de los petroprecios, la recesión estadounidense y el clima de miedo.
La percepción de México que tienen el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos y la revista Forbes es negativo, pero es verdadero. Es la misma percepción, negativa pero verdadera, que millones de mexicanos tenemos, sin ser militares americanos de alta graduación ni apellidarnos Forbes ni editar la revista del mismo apellido. Y ninguna estrategia muy fuerte de relaciones públicas podrá cambiar esa percepción que usted y yo tenemos, porque sabemos que: "El gobierno, sus políticos, la policía y la infraestructura judicial están bajo asalto sostenido y presión por las bandas criminales y cárteles de la droga". No nos elude la realidad de que: "El clima de miedo está paralizando la vida económica". Forbes tiene razón. Vivimos aterrados, más bien: morimos aterrados. Aún más al percibir, también irrecusablemente, que el simplismo del presidente de la República atribuye esta crisis, que podría ser terminal, a omisiones de su estrategia de relaciones públicas que se arreglan en una sentada a tomar unos tragos con el señor Forbes para hacerle saber que México no es Paquistán. Claro que no lo es. ¡Bueno fuera!
viernes, 30 de enero de 2009
Horror al déficit
En México, Calderón no propone nada al Congreso. Nomás anuncia que el gobierno gastará 50 por ciento más en el primer semestre que lo erogado en el mismo lapso del 2008, lo cual no afecta el gasto total anual ni será muy difícil lograrlo ya que en los primeros seis meses del año pasado el gobierno casi no erogó nada más allá de pagos corrientes e intereses de la deuda.
Nadie parece estar en México satisfecho con los anuncios de Calderón. Casi todos quisieran un mayor gasto de inversión, lo cual sólo se puede obtener, ahora mismo, de dos formas: abatir el gasto innecesario del gobierno y aumentar el déficit público. Lo mejor sería hacerlo a través de ambos instrumentos. Pero Calderón no quiere ni hablar del asunto. Así no se puede ir a ninguna parte.
El otro problema, ligado al anterior, es el de la disminución de los impuestos al ingreso. La mayoría de la gente no saldría beneficiada porque ni siquiera paga tasas reales. A la clase media podría beneficiar y, sobre todo, a los capitalistas, mas tal rebaja llevaría por fuerza a un mayor endeudamiento pero sin más obra pública que pudiera proyectar sus efectos en el conjunto de la economía.
En 2009 no se alcanzará la meta de ingresos federales prevista en la ley. ¿Qué hará Calderón? De seguro que va a aumentar el déficit. Pero hoy no lo hace. Se espera a que la baja recaudación se lo imponga para sostener su enorme gasto corriente. Entonces vamos a tener más deuda pública sólo para pagar sueldos: esto no lo permite la Constitución. Mientras tanto, el gobierno se niega a elaborar nuevos proyectos para disparar la inversión pública como tendría que hacerlo todo líder político con una mínima visión de la realidad.
No es lo mismo enfrentar una recesión mundial desde el 7 por ciento de crecimiento que desde el dos, como lo está haciendo México. Se espera, por ejemplo, que la economía brasileña crezca dos puntos y que la mexicana decrezca al menos un punto. Por esto, nuestro país tiene que recurrir a inversiones anticipadas, urgentes, productivas y crecientes.
Pero además existe otro problema: los salarios. Si éstos siguen bajando en términos reales, la industria que produce principalmente para los asalariados y que está reduciendo sus ventas al exterior, se verá en mayores problemas. El gobierno de Calderón ha decidido bajar los salarios reales y, de esa manera, atizar la recesión y el consecuente desempleo.
Así, quien se presentó como el candidato del empleo se ha convertido en el gobernante del desempleo. Dicen los panistas que la crisis no es culpa de Calderón pues ésta llegó de fuera, pero lo que callan es que los autores de la crisis están respondiendo mejor, aunque tampoco sea suficiente. Además, eso de que la crisis vino de Estados Unidos es una verdad a medias: el estancamiento en el que estaba la economía mexicana es un factor interno de esa misma crisis. Ya no se habla del catarro sino de las consecuencias de la pulmonía.
La capacidad de transformación
Al punto. De la misma manera en que un barco se acerca a una tormenta el capitán debe arriar las enormes velas para oponer menos resistencia a la fuerza demoledora de los vientos y orientar el bajel en la forma más conveniente para enfrentar la violencia de las olas, entre otras medidas, pues bien, los gobiernos también deben apresurarse a adoptar las políticas pertinentes cuando las primeras brisas anuncian la presencia inminente de un colosal meteoro dotado de un formidable poder destructivo desconocido en los tiempos modernos. ¿Qué EU tiene la inmensa ventaja de no contar con un congreso dividido? Cierto. ¿Y los mexicanos ya aprendimos de los horrores de contar con un congreso dividido que nosotros mismos elegimos para lograr una vez más la parálisis legislativa? Se elige a un Jefe de Estado y se le amarran las manos a través de las cámaras de representantes para, acto seguido, alegar que se trata de un inepto. ¿Qué no se le pueden dar tantos poderes a un presidente y a su partido? ¡Ah!, entonces es mejor inmovilizarlo, petrificarlo para impedirle llevar a cabo las reformas estructurales prometidas a lo largo de la campaña electoral.
Es escasa, cuando no nula, la capacidad de transformación de los mexicanos, una nación integrada mayoritariamente por conservadores amantes del inmovilismo. Todo tiempo pasado fue mejor. Nos convertimos en el país de lo irreversible e irreversiblemente nos estamos hundiendo día con día de tal manera que México es un país vivo, sí, pero con el tiempo estamos dejando de ser un país viable. Ni un paso atrás, pero eso sí, tampoco uno adelante La petrificación nacional ha producido efectos devastadores como el hecho de contar en la actualidad con más de 45 millones de personas sepultadas en la miseria, sin olvidar a los 30 millones de mexicanos que viven en EU. ¿A eso se llama tomar medidas oportunas para evitar una debacle? ¿Dónde está la velocidad de respuesta cuando el petróleo mexicano se agota, se contrae la economía temerariamente, entramos en recesión, se declara la imposibilidad de crecer, se caen los ingresos por las remesas nos mantienen quienes huyeron del país por hambre, se deprimen las exportaciones, se dispara el desempleo, decae la inversión extranjera, baja la captación de divisas por turismo, se dispara el déficit comercial ?
Se deben derogar pero ¡ya!, los impuestos y cargas a las nóminas y sustituirlos por gravámenes al consumo para facilitar y abaratar la contratación de mano de obra, preservar y aumentar las tasas de empleo incorporando a la formalidad a millones de trabajadores que tendrían sus Afores para ayudar con su ahorro al financiamiento del desarrollo. ¿Respuesta? Nada. Se debe instrumentar la reforma eléctrica, la petrolera, la laboral, la turística, la del Estado, la del Poder Judicial, mostrar músculo legislativo, capacidad de transformación, temperamento para adecuar el barco insignia de la nación a las condiciones impuestas por el temporal. Nada. Los congresistas y los burócratas, ajenos a la catástrofe que viene porque en cualquier coyuntura tienen asegurado, ellos sí, su cheque quincenal, cantan una deliciosa canción mientras serruchan la rama sobre la que están sentados
Siempre existirá un pretexto para evitar la transformación. Salinas la impulsó a medias, justo es decirlo. Sólo que hoy en día, requerimos de mecanismos ágiles, de audacia, de temperamento emprendedor, de coraje, de visión de futuro, de romper con patrones conservadores, de superar la postración retardataria, de modificar velozmente la realidad imperante, de alterar las condiciones reinantes, de luchar ferozmente en contra de la adversidad, de sumar esfuerzos, de tomarnos de la mano, de dar un rudo golpe de timón en el puente de mando para dirigirnos hacia otros horizontes, de cambiar la ruta de colisión con determinación y sin perder de vista la brújula y bla, bla, bla y otro bla
Propaganda partidista y programas sociales
El tema se discutió el martes pasado en el IFE, a raíz de que el PAN, como partido gobernante (a nivel nacional) ha hecho referencia en su propaganda a los programas sociales del gobierno nacional (el Seguro Popular, en particular), lo que suscitó una queja por parte del PRI. En general, me parece que tienen razón quienes sostienen que no es lo mismo que un gobierno utilice los programas sociales bajo su responsabilidad para promover el voto a favor del partido del que ha emanado, a que un partido en cualquier momento "presuma" los logros (presuntos o reales) de los gobiernos instaurados bajo sus siglas. Si la democracia supone, desde una óptica menos ideal y más realista, un intercambio de apoyos políticos (votos, legitimidad, respaldo) por beneficios y oportunidades, producto de acciones de gobierno, entonces nada más natural que un partido alegue haber realizado desde el gobierno (nacional o local) tal o cual obra pública, haber ofrecido tal o cual beneficio social o económico. Están en su derecho, pues justo los efectos de las políticas públicas impulsadas desde el gobierno debieran ser uno de los criterios esenciales para que los electores decidan su voto (o su no voto). Así pues, es lógico y permisible en una democracia (o un sistema que busca serlo, como el nuestro), que los partidos se ufanen de lo conseguido desde los niveles de gobierno que detentan. Los ciudadanos quedan en libertad para valorarlos o no de ese mismo modo (pues sabemos que partidos y gobiernos tienden a magnificar su respectivos logros, cuando no a inventarlos).
Sin embargo, el PRI y el PRD sienten que ello le puede dar al PAN una ventaja electoral, y reclaman que se trata de un atentado a la equidad. Sin duda, detentar el gobierno nacional puede constituir una ventaja como el PRI bien lo sabe -, pero se trata de una ventaja legítima (en tanto no se usen los recursos estatales de manera directa para comprar o coaccionar al votante). Y eso mismo puede ser también una desventaja, pues estar en el poder genera un natural desgaste, y hace al partido en el gobierno responsable de los fracasos, las omisiones, las insuficiencias y la ineptitud de los funcionarios. El PRI y el PRD pretenden limitar esta posibilidad a partir de la nueva Ley General de Desarrollo Social, cuyo artículo 28 estipula que los anuncios de los programas gubernamentales deben incluir el siguiente mensaje: "Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos al desarrollo social".
El tema es, sin duda, confuso. El PAN alega que "aludir" a un programa social no es lo mismo que "utilizarlo", y que la Ley en cuestión (art. 4) explicita que deben acatarla los agentes, funcionarios y dependencias de los gobiernos en sus tres niveles, pero en ningún momento menciona a los partidos políticos. Éstos quedarían en libertad de opinar en su publicidad, bien o mal, de dichos programas. El PAN infiere que la prohibición se refiere exclusivamente al condicionamiento electoral de los programas, pero no a su alusión en la publicidad de los partidos, que podrían mencionar los beneficios de tales programas como logros de sus gobiernos y eventualmente solicitar, a partir de ello, el voto ciudadano. Así es. El PRI y el PRD replican que los programas sociales no deben tener color partidario, sino presentarse como obras de gobierno. El argumento es persuasivo, pero si bien los programas en cuestión son "ajenos a cualquier partido político", los gobiernos surgen de un partido en concreto (o coalición de ellos), y se puede aducir que el contenido, la orientación y la eficacia (o no) de los programas dependen en buena parte del origen partidario del gobierno que los aplica. Y eso debería poder traducirse en votos para el partido gobernante o, en su caso, para la oposición (cuando los programas en cuestión son insuficientes o ineficaces).
Como suele ocurrir en el IFE desde que se partidizó, las posturas de los principales partidos encontraron eco en la argumentación de los propios consejeros, según el partido que patrocinó su respectivo nombramiento (o ratificación) como tales. Así, el bloque de consejeros priístas (Marco Baños, Marco Antonio Gómez, Virgilio Andrade y Francisco Guerrero), hicieron suyos en general los alegatos del PRI. Por su parte, el bloque panista de consejeros (Arturo Sánchez, Benito Nacif y Macarita Elizondo) reprodujeron en lo esencial la argumentación de su partido promotor. La balanza fue inclinada a favor de la postura panista por los consejeros propuestos por el PRD, Alfredo Figueroa y Leonardo Valdés (consejero presidente), que adoptaron un criterio propio, distinto al manejado por el partido que los nominó.
MALDITOS AGUA FIESTAS
Para colmo, en forma lastimosamente coincidente, los nuevos jefes en el Pentágono ratifican lo dicho por sus antecesores en el gobierno de George Bush y subrayan que México, por la penetración del narcotráfico, sí es un riesgo para Estados Unidos y motivo de preocupación de su seguridad nacional. No en balde, para tratar de evitar que esas palabras llegaran a los empresarios del mundo, el presidente Calderón dijo que sus conclusiones nacían de "distorsiones informativas" desproporcionadas y equívocas. Claro. Ni la Casa Blanca de Bush, ni ahora la de Barack Obama, ni el Pentágono, ni el Departamento de Estado ni nadie en el gobierno estadounidense, saben de lo que están hablando.
Como si no tuviera suficientes aguafiestas para Davos, se anunció el reajuste de las expectativas de crecimiento a la baja que hizo el Banco de México, que ya sugieren la recesión. ¿Qué no se percató el gobernador del banco central que dar a conocer esas cifras, en el preciso momento en que el presidente Calderón iba a "vender" México a los inversionistas, afectaba sus aproximaciones al gran capital? Por eso le debe haber dicho desde esa localidad suiza, que es un alarmista y que su catastrofismo no tiene cabida en la realidad mexicana.
La realidad mexicana calderonista es peculiar. El agudo problema de la seguridad es resultado de la gran victoria de su gobierno sobre los narcotraficantes, y que el país haya perdido bolsas territoriales a manos del crimen organizado no significa que el Estado haya fracasado. De la crisis económica ni hablar. Sigue siendo un mero "catarrito". Por el contrario, anticipó lo que va a presentar en Davos: México es un país que marcha sólido en su economía, que es un país propicio para los negocios, buen anfitrión de la inversión extranjera, seguro, confiable y placentero. Mienten los demás.
El que las unidades que combaten al narcotráfico tengan una metástasis del crimen organizado y no encuentre su gobierno cómo resolver el cáncer que cada vez se descubre está más extendido, no entra en su diagnóstico. No parece afectarle que cuando menos un alto funcionario de su gabinete, por omisión o comisión, proteja a personas vinculados con el narcotráfico. Tampoco que un 10 por ciento de los municipios en el país estén bajo control del narco, que hace tareas de Estado: provee seguridad a la población y le cobra impuestos. El crimen organizado se ha metido a campañas electorales y puesto a gobernantes locales. Los empresarios están armando escuadrones de la muerte para defenderse de los delincuentes porque se cansaron de pedirle protección a Calderón y que lejos de darles tranquilidad, les dijera: Y la cosa se va a poner peor.
La palabra de Calderón predica que el país va sobre ruedas todo terreno, pero las exportaciones cayeron 17% el año pasado -por primera vez una cifra negativa desde 1994-, y el peso se devaluó 26%. O sea, no se compraron productos mexicanos en el extranjero, pese a estar más baratos. Las remesas, segunda fuente de ingresos nacional, se desplomaron, lo que añade tensión social en sectores populares. Para los más boyantes, 5 mil 200 empresas cerraron el año pasado, y 500 mil personas se fueron a la calle entre noviembre y diciembre. La caída de crecimiento que pronostica el Banco de México, echará a la calle a otros 300 mil.
Para los inversionistas, lo datos, no su palabra, los orienta. El informe anual del Banco Mundial intitulado "Haciendo Negocios", coloca a México en el lugar 56 de un total de 181 países estudiados; es decir, en el segundo año de gobierno de Calderón, cayó 6 lugares. Abrir una empresa en México puede ser un martirio: se tarda 28 días, contra uno en Nueva Zelanda. Por eso se encuentra en el lugar 115 en ese rubro, que se vuelve peor por cuanto a generar empleo: 141; y pago de impuestos: 149. El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, dijo hace unos días, como parte de sus medidas para reactivar la economía, que ahora sí irían contra los monopolios, aunque al único que mencionó indirectamente fue Telmex. Pero el Banco Mundial, cuando habla de negocios, ni se acuerda de Telmex. Critica en cambio al monopolio estatal de la energía eléctrica, que es uno de los principales obstáculos para la inversión extranjera.
Los datos son contundentes, pero no para el Presidente. Si el discurso que enarbola es una estratagema para minimizar el miedo y evitar el pánico de los mexicanos, puede abrirse una discusión sobre si ese es o no la estrategia adecuada. Pero si no es así, y cree lo que dice, hay un serio problema. Su discurso triunfalista es un absurdo, aún inclusive si tuviera la razón. La política se construye de percepciones y realidades. La realidad la enfrenta con saliva, y la percepción lo tiene sin cuidado. La ecuación que muestra Calderón conduce al desastre, aunque no quiera darse cuenta. Bajo este presupuesto, ya se verá, los aguafiestas pasarán a ser meros pies de página ante su colapso político.
viernes, 16 de enero de 2009
GAZA CUESTIONADA
El estado de Israel es hebreo porque lo dice su propia ley fundamental. Los laicos israelíes pueden ser mayoría pero tienen, de todas formas, un lazo de unión en la religión hebrea, lo que no es de suyo condenable, como tampoco puede serlo el hecho cierto de que la mayoría de los palestinos son musulmanes. El problema no es religioso. El problema es la dominación de un grupo sobre otro. Los israelíes tienen todo el derecho de ser un pueblo pero los palestinos también lo tienen. Este es el problema de fondo, más allá de Jehová y de Alá, de Moisés y de Mahoma. Los palestinos musulmanes, cristianos y ateos-- tienen el derecho a su autodeterminación, la cual ha sido negada reiteradamente por Israel. Según la ONU deberían existir dos Estados: Israel y Palestina, pero sólo existe uno, Israel. Este es un problema, más allá de Hamas y Fatah. Dicen los que no saben y los que sí saben pero mienten que los ataques de Hamas son contra todos los israelíes mientras que las víctimas civiles de los ataques de Israel son por error. Pues bien, los errores son mayores que los aciertos: hay más civiles que militares muertos y heridos bajo el fuego israelí en Gaza, lo que demuestra la mentira. Los niños destrozados ahí están, ¿por error? Son demasiados para una idiotez. Es verdad que Hamas bombardea asentamientos llamados judíos, pero el problema inicial no estriba en el bombardeo sino en la existencia ilegal de tales asentamientos. Los territorios ocupados no pueden ser considerados bajo la soberanía del Estado de Israel. ¿La resistencia en Europa a la ocupación nazi era ilegítima, ilegal, fundamentalista, odiosa, criminal? El pueblo palestino existe a pesar de los articulistas que culpan a Hamas del sufrimiento de ese mismo pueblo. Antes de que se fundara Hamas las cosas no eran diferentes sino tal vez peores. Como ignoran la historia y en realidad no reconocen al pueblo de Palestina y su derecho a la autodeterminación, tales escritores atacan el fundamentalismo de Hamas como si de esa forma se pudiera resolver el problema del oriente cercano. ¿Se acuerdan de la OLP? Se decía que todos sus integrantes eran terroristas. Hoy, la Autoridad Nacional Palestina tiene una línea diferente a la que asumió en su fundación la OLP. Un poco de poder y algunos dólares sumió a Fatah en la corrupción, mientras Hamas, nuevo partido, le ganó las elecciones parlamentarias, lo cual no está bien ni está mal sino que realmente así ocurrió. Gaza ya era una ciudad sitiada por Israel y Egipto desde antes de las elecciones y, ahora, sigue igual pero, además, bajo el fuego directo de Israel, como lo fue en otras muchas ocasiones cuando existía la administración y liderazgo del héroe nacional palestino Arafat. El problema no es la religión, como piensan los ignorantes de la historia y de la vida real, sino unas relaciones de dominación que no pueden ser aceptadas por quienes no están de acuerdo con tal brutalidad.
