- En la ratonera ha caido un ratón... -
Recordé esa frase con la que abre una muy ingeniosa canción de Don Gavilondo Soler (cri-cri) "El Raton Vaquero", una canción de corte infantil y un aire de western americano con sonidos y ritmos muy propios, en esta melodía un simpatico ratón se ve atrapado en la ratonera del interprete y con aires de grandeza le reclama a su captor muy a lo bronco: "dejame salir!! ¿¿a poco no sabes quien soy??". Este roedor tenía sus pistolitas, su sobrero, todo el atuendo de sheriffe, en fín como su nombre lo indíca un vaquero!! hasta con los modos y mañas!!
Me regresó a la mente esa entretenida canción que se encuentra entre mis infantiles preferidas por que en esta semana mi casa se vió invadida por un ratoncillo, el cual logré capturar con una trampa de pegamento, sin embargo el descubrir que había tenido exito en mi tarea de atrapar al intruso no era ni simpatico ni melodioso. Muy al contrario me daba una mezcla rara entre nausea y nervios.
Al contrario de la canción yo debia ponerle un fin al ratoncito, se veia tan indefenso, tan pequeño, no le hacia daño a nadie... estaba claro que es una causa de plaga y posibles enfermedades, que su cuerpo peludo acarrea acaros, pulgas, huinas, bichos y otros germenes, que se come el forro de mi estufa y los cables de mis aparatos electricos, que degrada mi hogar y es una "mascota" incomoda para la sociedad en general (¿¿¿que dirían mis amigos si me visitan algún día y encuentran libremente una rata en mi baño por ejemplo???) además que mi novia se vé sumamente afectada por su presencia... pero esas eran sólo excusas para darme valor o tener razones lógicas para lo inevitable.
Cómo matar a un ratón?? la verdad que es más sencillo poner a dormir a un perro (por que la eutanasia le causaría un favor), o matar una cucaracha (a lo mejor por costumbre), sin embargo el ratoncito me veía, sabía que era su verdugo y que no tenía el valor para hacerlo! No podía soltarlo!! Noooo, se podría volver a meter a mi casa y estaría justo en el comienzo... no era un juego de "te atrapé para que no te metas conmigo caon" debía matarle
Me había tocado ver morir animales antes: vacas, puercos y borregos en el rancho de mis abuelos, una rata a manos de mi hermano mayor en mi casa (en aquella ocasión cayó en una trampa tipo "casita" y la sumergió en una cubeta con agua -fué cruel a mi parecer-), habiamos cazado ardillas, armadillos y aves en las excursiones de campo con rifles de diabolos... pero es diferente verlo respirar, verle vivo atrapado, suplicante, sin salida; mientras recordaba la cómica escena del ratón vaquero disparando las pistolas y exigiendo su liberación... que poetica manera de hacer ver el cautiverio divertido con musica de fondo y algo de imaginación, sin embargo debía dejar la inocencia de lado y decidir el procedimiento para deshacerme de "la peste"
Aplastarle?? Ahogarle?? dejar que muriera de hambre?? asfixiarlo?? rocearle con veneno?? o jugarle al maricon y tirarle a la basura esperando que se soltara en el "deposito de deshechos" de la ciudad?? (lo cual sería como el paraíso para él)
Al final tomé un palo y lo aplasté, suerte que no chispeó sangre y que tampoco se reventó. No me causó gran impresión y fué mas mi dilema moral al creerme "amigo de los animales", lejos quedó toda aquella hipocresía por no comprar pieles de animales, aquellas donaciones a instituciones que velan por el bienestar de especies, mi indignación por los videos de crueles cazadores de focas bebe, de tigres y ballenas, ¿¿era real??
CLARO QUE SI, SOY UNA PERSONA COMPROMETIDA CON EL BIENESTAR DE LOS BELLOS ANIMALES DEL MUNDO, ESTOY A FAVOR DEL ECOSISTEMA Y SOY UN ECOLOGÍSTA DECLARADO, CONVENGO CON WORLDHOUR, APAGO Y DESCONECTO MIS ARTÍCULOS ELECTRICOS PARA NO CONTRIBUIR AL CALENTAMIENTO GLOBAL, COSECHO LEGUMBRES Y VEGETALES ORGANICOS PARA CONSUMO PERSONAL, ninguna de esas consignas se puso en reposo, pero caigo en cuenta de que soy racista!
"MUERTE A LA RATA COMUN, SALVEN A LA ARDILLA DE COLA BLANCA"
Yo Apesto!
lunes, 30 de marzo de 2009
sábado, 28 de marzo de 2009
Ni con el pétalo de una rosa
Sin duda el presidente Calderón se ha fajado los pantalones. El ajuste de cinturón se ha expresado exitosamente en las espectaculares capturas de capos y subcapos que han tenido lugar en los últimos pocos días. Entre esas capturas están, con horas tan solo de diferencia entre ellas, las de los bandidos apodados "El Mayito", "El Canicón" y "La Burra", llevadas a cabo por fuerzas federales entre el miércoles de la semana pasada y el martes de ésta.
Los tres peligrosos delincuentes, Vicente Zambada Niebla, Sigifredo Nájera Talamantes y Héctor Huerta, fueron además arrestados sin que se haya disparado un tiro, lo que pone de manifiesto que los operativos fueron escrupulosamente planeados y que constituyeron verdaderas acciones de inteligencia.
Hasta los americanos, que siempre nos escatiman el reconocimiento de nuestras acciones contra los narcos, han aplaudido la campaña contra el crimen organizado que el presidente está encabezando, con resultados cada vez más trascendentes y definitivos. La secretaria de Estado americana, de visita en México este miércoles y este jueves, aceptó con un lenguaje inusual en la diplomacia, que: "Nuestra insaciable demanda (de los Estados Unidos) por drogas ilegales impulsa el narcotráfico", admitió y también que: "Nuestra incapacidad para evitar que las armas sean traficadas ilegalmente a través de la frontera para armar a esos criminales causa la muerte de policías, soldados y civiles (en México)".
Este es un asunto de la mayor importancia, pues los delincuentes han puesto en peligro nuestro destino nacional. Las capturas reducirán la influencia de las bandas criminales que encabezaban ellos o sus familiares o asociados cercanos. Que bueno que el presidente Calderón se fajó los pantalones en este asunto y mejor que los resultados hayan sido los que fueron, lo que ojalá tenga una inmediata continuidad.
Pero el presidente no se ha fajado los pantalones en otros asuntos en los que debería replicar las acciones de inteligencia con las que ha asestado golpes mortales a la delincuencia. Esta semana, la misma en que el Ejército, cuyo jefe supremo es el presidente Calderón, cerró el cepo sobre la delincuencia organizada, se firmó el acuerdo entre el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y la Secretaría de Educación Pública, mediante el cual se otorga al magisterio un aumento salarial de 4.9 por ciento directo al salario, más 0.4 por ciento de fortalecimiento al salario y 1.5 por ciento en prestaciones. Ello a pesar de que el SNTE ha incumplido con sus compromisos de la alianza educativa pactada el año pasado, tan formalmente como el acuerdo salarial entre sindicato y gobierno.
Sin embargo el regimen calderonista premió al sindicato de la "maistra" Elba Esther Gordillo al satisfacer sus reclamos y otorgarle un aumento salarial global del 6.8 por ciento. El regalo salarial, porque, al no cumplir los maestros los obetivos de trabajo obligados por sus contratos y por la alianza SNTE-Gobierno, cualquier salario sostenido, aunque no sea incrementado, que éste lo ha sido, se convierte en un obsequio gracioso. Se convierte en un óbolo, dígamos, del empleador al empleado, del pueblo de México a sus gravosos e incompetentes maestros.
Incompetentes, sí, porque no cumplen con sus metas y obligaciones de mejoramiento y, por tanto, no cumplen los indicadores de desempeño obligados en su trabajo. En español directo eso se traduce en que educan mal, deseducan o contraeducan a los niños y jovenes mexicanos, con lo que, igual que los delincuentes organizados capturados en los últimos pocos días, los delincuentes magisteriales han puesto en peligro, en todos sentidos, nuestro estino nacional.
Encima de lo ya dicho, el óbolo y su inamovilidad laboral, se otorga a los braceros votadores de la señora Gordillo en un momento en que los trabajadores del país entero sufren la amenaza del inminente despido, del cierre técnico, de la reducción salarial o, lo más grave, de la pérdida completa de la fuente de trabajo. Cientos o miles y serán cientos de miles las empresas, pequeñas, medianas y grandes que, en la crisis que atravesamos todos los mexicanos, menos los del SNTE, desaparecerán total o parcialmente.
El último agravante, por si se necesita, es que el pliego petitorio que el SNTE presentó como base de este acuerdo salarial, fue presentado directamente al presidente Calderón por Elba Esther Gordillo, concesionaria del sindicato y de otras facilidades, entre ellas el partido de la Nueva Alianza (PANAL). Dicho pliego debió haber sido entregado a un representante del patrón directo, que es la SEP.
Quizás, y yéndonos muy alto, la receptora de las peticiones salariales del magisterio, pudo haber sido quien firmo el convenio final, la secretaria del ramo, Josefina Vazquez Mota. Pero es claro que la entrega en mano propia del pliego al presidente fue una amenaza nada velada, quizás hasta planteada verbalmente en corto a Calderón, de restarle gobernabilidad con un movimiento reivindicativo o, mejor, vindicativo, de los maestros que Elba Esther tiene concesionados.
El caso es que el presidente, que con tanta bravura se fajó los pantalones frente a los narcos, se los desafajó frente a Elba Esther. Es más, ni siquiera lo hizo en persona, sino que, como los meros machos empantalonados mandó a la secretaria de Educación a firmar y a desfajarse la falda frente a los perfectamente fajados pantalones de la "maistra" Gordillo.
Los tres peligrosos delincuentes, Vicente Zambada Niebla, Sigifredo Nájera Talamantes y Héctor Huerta, fueron además arrestados sin que se haya disparado un tiro, lo que pone de manifiesto que los operativos fueron escrupulosamente planeados y que constituyeron verdaderas acciones de inteligencia.
Hasta los americanos, que siempre nos escatiman el reconocimiento de nuestras acciones contra los narcos, han aplaudido la campaña contra el crimen organizado que el presidente está encabezando, con resultados cada vez más trascendentes y definitivos. La secretaria de Estado americana, de visita en México este miércoles y este jueves, aceptó con un lenguaje inusual en la diplomacia, que: "Nuestra insaciable demanda (de los Estados Unidos) por drogas ilegales impulsa el narcotráfico", admitió y también que: "Nuestra incapacidad para evitar que las armas sean traficadas ilegalmente a través de la frontera para armar a esos criminales causa la muerte de policías, soldados y civiles (en México)".
Este es un asunto de la mayor importancia, pues los delincuentes han puesto en peligro nuestro destino nacional. Las capturas reducirán la influencia de las bandas criminales que encabezaban ellos o sus familiares o asociados cercanos. Que bueno que el presidente Calderón se fajó los pantalones en este asunto y mejor que los resultados hayan sido los que fueron, lo que ojalá tenga una inmediata continuidad.
Pero el presidente no se ha fajado los pantalones en otros asuntos en los que debería replicar las acciones de inteligencia con las que ha asestado golpes mortales a la delincuencia. Esta semana, la misma en que el Ejército, cuyo jefe supremo es el presidente Calderón, cerró el cepo sobre la delincuencia organizada, se firmó el acuerdo entre el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y la Secretaría de Educación Pública, mediante el cual se otorga al magisterio un aumento salarial de 4.9 por ciento directo al salario, más 0.4 por ciento de fortalecimiento al salario y 1.5 por ciento en prestaciones. Ello a pesar de que el SNTE ha incumplido con sus compromisos de la alianza educativa pactada el año pasado, tan formalmente como el acuerdo salarial entre sindicato y gobierno.
Sin embargo el regimen calderonista premió al sindicato de la "maistra" Elba Esther Gordillo al satisfacer sus reclamos y otorgarle un aumento salarial global del 6.8 por ciento. El regalo salarial, porque, al no cumplir los maestros los obetivos de trabajo obligados por sus contratos y por la alianza SNTE-Gobierno, cualquier salario sostenido, aunque no sea incrementado, que éste lo ha sido, se convierte en un obsequio gracioso. Se convierte en un óbolo, dígamos, del empleador al empleado, del pueblo de México a sus gravosos e incompetentes maestros.
Incompetentes, sí, porque no cumplen con sus metas y obligaciones de mejoramiento y, por tanto, no cumplen los indicadores de desempeño obligados en su trabajo. En español directo eso se traduce en que educan mal, deseducan o contraeducan a los niños y jovenes mexicanos, con lo que, igual que los delincuentes organizados capturados en los últimos pocos días, los delincuentes magisteriales han puesto en peligro, en todos sentidos, nuestro estino nacional.
Encima de lo ya dicho, el óbolo y su inamovilidad laboral, se otorga a los braceros votadores de la señora Gordillo en un momento en que los trabajadores del país entero sufren la amenaza del inminente despido, del cierre técnico, de la reducción salarial o, lo más grave, de la pérdida completa de la fuente de trabajo. Cientos o miles y serán cientos de miles las empresas, pequeñas, medianas y grandes que, en la crisis que atravesamos todos los mexicanos, menos los del SNTE, desaparecerán total o parcialmente.
El último agravante, por si se necesita, es que el pliego petitorio que el SNTE presentó como base de este acuerdo salarial, fue presentado directamente al presidente Calderón por Elba Esther Gordillo, concesionaria del sindicato y de otras facilidades, entre ellas el partido de la Nueva Alianza (PANAL). Dicho pliego debió haber sido entregado a un representante del patrón directo, que es la SEP.
Quizás, y yéndonos muy alto, la receptora de las peticiones salariales del magisterio, pudo haber sido quien firmo el convenio final, la secretaria del ramo, Josefina Vazquez Mota. Pero es claro que la entrega en mano propia del pliego al presidente fue una amenaza nada velada, quizás hasta planteada verbalmente en corto a Calderón, de restarle gobernabilidad con un movimiento reivindicativo o, mejor, vindicativo, de los maestros que Elba Esther tiene concesionados.
El caso es que el presidente, que con tanta bravura se fajó los pantalones frente a los narcos, se los desafajó frente a Elba Esther. Es más, ni siquiera lo hizo en persona, sino que, como los meros machos empantalonados mandó a la secretaria de Educación a firmar y a desfajarse la falda frente a los perfectamente fajados pantalones de la "maistra" Gordillo.
jueves, 26 de marzo de 2009
Recomendacion
Chequen la siguiente pagina, es para escuchar musica por internet, esta a toda madre minima publicidad y excelente programación. La recomiendo mucho sobretodo la seccion de Brit Pop y Alternative
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Una vieja amiga
Hace muchos años sé de ella. La he visto en muchas circunstancias: contenta, triste, triunfadora, derrotada, enojada, indignada, celosa, competitiva, gordita, delgada, haciendo gestos, cariñosa con su hija, bien y mal vestida, sin y con "botox", con el ceño fruncido, con la risa falsa, pocas veces llorando, con cara de amargada, enternecida, pero eso sí siempre muy digna, me refiero a la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton. Sí, la conozco hace mucho tiempo, desde que era la esposa de un gobernador muy aburrido, de un estado muy aburrido, Arkansas, Bill. Entonces, ella era una abogada muy exitosa, muy poco sofisticada de la generación de la postguerra, es decir, de los baby boomers. Nadie se imaginaría en esa época que Hillary llegaría a ser la primera mujer con serias aspiraciones para alcanzar la presidencia de Estados Unidos. Confieso que yo la prefería a Barack Obama. ¿Por qué? Primero porque era mujer, después porque tenía más experiencia, porque era de mi generación y porque la sentía cercana. Pensaba que Hillary podía hacer muchas cosas por las mujeres y por los migrantes. Por eso creo que su visita a México, tiene una importancia primordial, mucho más que si nos hubiera visitado Condoleezza Rice.
Me pregunto si la visita de Hillary no es aún más importante que la del mismo Obama. Tengo la impresión que su punto de vista respecto a la situación de México en general será definitiva para la toma de decisiones acerca de la relación bilateral. Se ha divulgado ampliamente en los medios el hecho de que Obama jamás ha visitado nuestro país ni Latinoamérica en general; Hillary Clinton en cambio, lo hizo varias veces como primera dama; incluso antes como turista (recién casada vino en su luna de miel) lo cual le permite tener mayor sensibilidad y conocimiento de las peculiaridades de nuestro país. Por otro lado, estoy segura que Hillary, llegó a México sumamente preparada gracias a sus asesores y a su marido, lector de Paz y de Carlos Fuentes. Es obvio que no es lo mismo Condoleezza y Bush que Hillary y Obama.
Ayer en el periódico The New York Times se publicaron varias declaraciones de la secretaria de Estado, quien empleó "lenguaje inusualmente duro" para referirse a la responsabilidad de su país en cuanto a la situación de violencia e inseguridad que se vive en México. Nuestra incapacidad para prevenir el paso ilegal de armas a través de la frontera para proveer a estos criminales ha provocado la muerte de policías soldados y civiles.
Confieso que esta visita me ha puesto un poco nerviosa en cuanto al encuentro de la secretaria Clinton y nuestros funcionarios tan mediocres. Pero no nada más yo estoy en este estado de inquietud. La otra noche, cenando con unos amigos, corroboré que también ellos se encontraban igualmente inseguros. He aquí algunos comentarios que se vertieron durante la cena pluripartidista: "¿Se dan cuenta el abismo que existe entre la secretaria de Relaciones Exteriores y Hillary?". "No se preocupen, en la reunión seguro estará Sarukhán, y Gómez Mont". "¡Qué diferencia con Sepúlveda, con Rosario Green, y hasta con Castañeda, ésos sí que eran secretarios de Relaciones!".
"No crean Patricia, es muy ordenadita. Es muy disciplinada e institucional". "Creo que ni habla inglés". "México nunca había estado en un nivel tan pobre y tan mediocre". "Es que Calderón no se faja los pantalones. Para mí que va a tener que hacer demasiadas concesiones a Estados Unidos". "No tiene de otra mano... El prestigio de México en el concierto internacional y regional ha decaído notablemente. Ahora nadie nos pela". "Por algo mandaron a Gómez Mont por delante. Porque saben que Patricia solita no puede con el paquete. El trabajo de Sarukhán fue, sin duda muy bueno. Ése seguro será el próximo secretario de Relaciones Exteriores". "¿Quién de todos los secretarios de Relaciones hubiera hecho un buen papel con Hillary?". "Cualquiera menos Derbez". "Sí, síiiiiii, ése fue el peor de toooooooodos". "¿Y el mejor?". "Castañeda padre?". "También Bernardo Sepúlveda y Rosario Green". "¿Saben también quienes fueron muy buenos secretarios de Relaciones? Manuel Tello, Padilla Nervo y... Antonio Carrillo Flores...". "Nunca acabaré de entender ¿por qué no fue secretaria de Relaciones Sandra Fuentes? ¡Qué lástima!".
Lo que también resultó una "lástima" fue cómo la cena se fue decayendo de más en más. Me di cuenta que cuando llegó el postre (una isla flotante deliciosa acompañada con chabacanos en almíbar) prácticamente ya nadie se sirvió. De pronto uno de los invitados se puso de pie y empezó a despedirse: es que mañana me tengo que despertar a las seis porque tengo que hacer un viaje a Guadalajara muy temprano, dijo medio malhumorado. Temí que trabajara en Relaciones Exteriores. A partir de ese momento, el ánimo de la cena decayó casi por completo. A la hora de los digestivos a alguien se le ocurrió hablar de las elecciones: seguro ganará el PRI. Se hizo un silencio. No lo den por hecho. Yo veo cada vez más fuerte a López Obrador. Lo que no sé es cómo va a solucionar el dilema con Marcelo. Se hizo otro silencio. Nunca se han puesto a pensar que regrese Gurría. Ése sería un candidato del PRI de súper lujo. Yo ahorita votaría por él. Se hizo otro silencio. Pues yo sigo pensando en Juan Ramón de la Fuente. Volvió un silencio más. Piénsenlo. Gurría tiene todo para ser un Presidente moderno. Es muy mexicano y muy universal a la vez. Habla siete idiomas, tiene sentido del humor, es muy inteligente y si se juntan todos los medios, en un mes, todo México lo conoce... Todos nos empezamos a despedir de los anfitriones. Mientras esperábamos el elevador, pregunté en voz alta: ¿cómo sería este encuentro con Calderón si Hillary hubiera ganado las elecciones? Se hizo el último silencio.
Estuche de monerías. Bill es mi adoración, declaró Hillary en una entrevista con Barbara Walters .nadie me entiende mejor y nadie me hace reír como lo hace Bill... después de todos estos años él sigue siendo la persona más interesante, fortificante y plenamente viva que jamás haya conocido, dijo la ahora secretaria de Estado cuando estalló el escándalo de Mónica Lewinsky. Afortunadamente esa pesadilla ya quedó muy lejos. De lo único que nos acordamos de ese episodio tan triste es de la gran dignidad con la que se comportó Hillary, pero sobre todo recordamos cómo se unió con Chelsea para apoyar a su marido contra la guerra sucia que le había lanzado la derecha a Bill Clinton.
Si hubiera ganado Hillary la Presidencia de Estados Unidos su visita hubiera sido muy diferente, aunque quizá ésta sea más importante que la de Obama.
Me pregunto si la visita de Hillary no es aún más importante que la del mismo Obama. Tengo la impresión que su punto de vista respecto a la situación de México en general será definitiva para la toma de decisiones acerca de la relación bilateral. Se ha divulgado ampliamente en los medios el hecho de que Obama jamás ha visitado nuestro país ni Latinoamérica en general; Hillary Clinton en cambio, lo hizo varias veces como primera dama; incluso antes como turista (recién casada vino en su luna de miel) lo cual le permite tener mayor sensibilidad y conocimiento de las peculiaridades de nuestro país. Por otro lado, estoy segura que Hillary, llegó a México sumamente preparada gracias a sus asesores y a su marido, lector de Paz y de Carlos Fuentes. Es obvio que no es lo mismo Condoleezza y Bush que Hillary y Obama.
Ayer en el periódico The New York Times se publicaron varias declaraciones de la secretaria de Estado, quien empleó "lenguaje inusualmente duro" para referirse a la responsabilidad de su país en cuanto a la situación de violencia e inseguridad que se vive en México. Nuestra incapacidad para prevenir el paso ilegal de armas a través de la frontera para proveer a estos criminales ha provocado la muerte de policías soldados y civiles.
Confieso que esta visita me ha puesto un poco nerviosa en cuanto al encuentro de la secretaria Clinton y nuestros funcionarios tan mediocres. Pero no nada más yo estoy en este estado de inquietud. La otra noche, cenando con unos amigos, corroboré que también ellos se encontraban igualmente inseguros. He aquí algunos comentarios que se vertieron durante la cena pluripartidista: "¿Se dan cuenta el abismo que existe entre la secretaria de Relaciones Exteriores y Hillary?". "No se preocupen, en la reunión seguro estará Sarukhán, y Gómez Mont". "¡Qué diferencia con Sepúlveda, con Rosario Green, y hasta con Castañeda, ésos sí que eran secretarios de Relaciones!".
"No crean Patricia, es muy ordenadita. Es muy disciplinada e institucional". "Creo que ni habla inglés". "México nunca había estado en un nivel tan pobre y tan mediocre". "Es que Calderón no se faja los pantalones. Para mí que va a tener que hacer demasiadas concesiones a Estados Unidos". "No tiene de otra mano... El prestigio de México en el concierto internacional y regional ha decaído notablemente. Ahora nadie nos pela". "Por algo mandaron a Gómez Mont por delante. Porque saben que Patricia solita no puede con el paquete. El trabajo de Sarukhán fue, sin duda muy bueno. Ése seguro será el próximo secretario de Relaciones Exteriores". "¿Quién de todos los secretarios de Relaciones hubiera hecho un buen papel con Hillary?". "Cualquiera menos Derbez". "Sí, síiiiiii, ése fue el peor de toooooooodos". "¿Y el mejor?". "Castañeda padre?". "También Bernardo Sepúlveda y Rosario Green". "¿Saben también quienes fueron muy buenos secretarios de Relaciones? Manuel Tello, Padilla Nervo y... Antonio Carrillo Flores...". "Nunca acabaré de entender ¿por qué no fue secretaria de Relaciones Sandra Fuentes? ¡Qué lástima!".
Lo que también resultó una "lástima" fue cómo la cena se fue decayendo de más en más. Me di cuenta que cuando llegó el postre (una isla flotante deliciosa acompañada con chabacanos en almíbar) prácticamente ya nadie se sirvió. De pronto uno de los invitados se puso de pie y empezó a despedirse: es que mañana me tengo que despertar a las seis porque tengo que hacer un viaje a Guadalajara muy temprano, dijo medio malhumorado. Temí que trabajara en Relaciones Exteriores. A partir de ese momento, el ánimo de la cena decayó casi por completo. A la hora de los digestivos a alguien se le ocurrió hablar de las elecciones: seguro ganará el PRI. Se hizo un silencio. No lo den por hecho. Yo veo cada vez más fuerte a López Obrador. Lo que no sé es cómo va a solucionar el dilema con Marcelo. Se hizo otro silencio. Nunca se han puesto a pensar que regrese Gurría. Ése sería un candidato del PRI de súper lujo. Yo ahorita votaría por él. Se hizo otro silencio. Pues yo sigo pensando en Juan Ramón de la Fuente. Volvió un silencio más. Piénsenlo. Gurría tiene todo para ser un Presidente moderno. Es muy mexicano y muy universal a la vez. Habla siete idiomas, tiene sentido del humor, es muy inteligente y si se juntan todos los medios, en un mes, todo México lo conoce... Todos nos empezamos a despedir de los anfitriones. Mientras esperábamos el elevador, pregunté en voz alta: ¿cómo sería este encuentro con Calderón si Hillary hubiera ganado las elecciones? Se hizo el último silencio.
Estuche de monerías. Bill es mi adoración, declaró Hillary en una entrevista con Barbara Walters .nadie me entiende mejor y nadie me hace reír como lo hace Bill... después de todos estos años él sigue siendo la persona más interesante, fortificante y plenamente viva que jamás haya conocido, dijo la ahora secretaria de Estado cuando estalló el escándalo de Mónica Lewinsky. Afortunadamente esa pesadilla ya quedó muy lejos. De lo único que nos acordamos de ese episodio tan triste es de la gran dignidad con la que se comportó Hillary, pero sobre todo recordamos cómo se unió con Chelsea para apoyar a su marido contra la guerra sucia que le había lanzado la derecha a Bill Clinton.
Si hubiera ganado Hillary la Presidencia de Estados Unidos su visita hubiera sido muy diferente, aunque quizá ésta sea más importante que la de Obama.
martes, 24 de marzo de 2009
Atemporal
Recuerdo frescamente la escena de la primera chica que me dejó completamente sorprendido se llama julieta..
la recuerdo como una fantasia veraniega! era delgada y de mi estatura, nos conocimos en un pueblo con mar, donde nuestras familias pasaban la semana santa, fuimos con nuestras respectivas familias a celebrar una boda y pasar vacaciones, entonces nos encontrabamos con un grupo de primos y amigos que aunque nos conocimos en una hora automaticamente nos tratabamos como si fueramos amigos de toda la vida!
En grupo jugamos futbol, comidos cocos, tomamos prestada una "panga" (pequeña balsa con motor) y fuimos a una isla cercana donde hay grandes montañas de arena (medanos)... Estaba atardeciendo y subimos a uno de los grandes medanos a ver la puesta del sol a nuestras espaldas y frente a nosotros el inmenso oceano pacifico, el viento revoloteandoa nuestro alrededor, parecia que el extasiante olor de la primavera brotaba de su cabellera castaña clara, sus pecas eran de lo mas bello pues tenian una composición armonica en su rostro coqueto y sus profundos e inquietos ojos verdes... no recuerdo siquiera haber visto que sus labios se movienran sin embargo susurrantes me dijeron en un momento que deje la guardia abajo en nuestras vanales conversaciones "te han dicho que eres hermoso??"... no supe que decir... la verdad era que no! nunca nadie lo habia dicho!
Me quede mudo, ella sintió que me habia avergonzado pero que no retrocedería un centimetro si deseaba acercarse... queria abrazarla pero no deseaba moverme y dejar de verla un solo segundo... solo nos sonreimos mutuamente y esa efimera particula de segundo se ha convertido en un eterno inmortal recuerdo, el recuerdo mas bonito que tengo de mi ultima niñez.
Supongo que ella no se imagina la manera en que aun la recuerdo y con la frecuencia en la que suelo refugiarme en ese oasis, esa utopía, ese momento... a veces sonrio sólo cuando lo revivo en mi mente, y es exactamente igual, una eterna imagen de atardecer dorado y malva en un día de semana santa con la niña de los ojos verdes.
la recuerdo como una fantasia veraniega! era delgada y de mi estatura, nos conocimos en un pueblo con mar, donde nuestras familias pasaban la semana santa, fuimos con nuestras respectivas familias a celebrar una boda y pasar vacaciones, entonces nos encontrabamos con un grupo de primos y amigos que aunque nos conocimos en una hora automaticamente nos tratabamos como si fueramos amigos de toda la vida!
En grupo jugamos futbol, comidos cocos, tomamos prestada una "panga" (pequeña balsa con motor) y fuimos a una isla cercana donde hay grandes montañas de arena (medanos)... Estaba atardeciendo y subimos a uno de los grandes medanos a ver la puesta del sol a nuestras espaldas y frente a nosotros el inmenso oceano pacifico, el viento revoloteandoa nuestro alrededor, parecia que el extasiante olor de la primavera brotaba de su cabellera castaña clara, sus pecas eran de lo mas bello pues tenian una composición armonica en su rostro coqueto y sus profundos e inquietos ojos verdes... no recuerdo siquiera haber visto que sus labios se movienran sin embargo susurrantes me dijeron en un momento que deje la guardia abajo en nuestras vanales conversaciones "te han dicho que eres hermoso??"... no supe que decir... la verdad era que no! nunca nadie lo habia dicho!
Me quede mudo, ella sintió que me habia avergonzado pero que no retrocedería un centimetro si deseaba acercarse... queria abrazarla pero no deseaba moverme y dejar de verla un solo segundo... solo nos sonreimos mutuamente y esa efimera particula de segundo se ha convertido en un eterno inmortal recuerdo, el recuerdo mas bonito que tengo de mi ultima niñez.
Supongo que ella no se imagina la manera en que aun la recuerdo y con la frecuencia en la que suelo refugiarme en ese oasis, esa utopía, ese momento... a veces sonrio sólo cuando lo revivo en mi mente, y es exactamente igual, una eterna imagen de atardecer dorado y malva en un día de semana santa con la niña de los ojos verdes.
viernes, 6 de marzo de 2009
El procurador de dos caras
Nadie puede dudar de la autoridad moral del procurador general Eduardo Medina Mora para hablar sobre la responsabilidad de los medios de comunicación en la lucha contra el narcotráfico y el compromiso con "una sociedad democrática viable". Carece de ella.
Por eso, elprocurador se enredó esta semana cuando hizo sus recomendaciones a la prensa para la cobertura sobre el narcotráfico. Mintió al afirmar que no pretendía coartar la libertad de expresión. Mintió al decir que reconoce el trabajo de investigación de los periodistas. Mintió cuando asegura entender la problemática por la que atraviesan los medios.
Dos primeros botones de muestra:
1.- El espionaje telefónico a un periodista alertó a la PGR de que un diario se disponía a publicar el expediente sobre la corrupción en la SIEDO, la Subprocuraduría de Investigaciones Especializadas contra la Delincuencia Organizada, lo que le permitió a Medina Mora hablar con los propietarios para que se demorara un mes su difusión, pues de hacerse en ese momento, alegó, se corría el riesgo de que la investigación fracasara. En el fondo, Medina Mora salvó su trabajo. De haberse publicado el trabajo en ese momento, el presidente Felipe Calderón se habría enterado por la prensa y no por su procurador, del grado de penetración en la PGR.
Y 2.- Notoriamente nervioso en esos días por desconocer saber la procedencia del documento, Medina Mora presionó al director general del medio para que le mostrara el documento. Cuando el director general se resistió, lo amenazó con llamarlo a declarar ante el Ministerio Público para divulgara ante él la fuente del expediente. Pese a no tener posibilidades de concretar esa amenaza por los precedentes que permiten a la prensa proteger sus fuentes, lo siguió amagando. Finalmente logró su objetivo y tuvo amplio acceso al documento antes de ser publicado.
Estas acciones contradicen el respeto que dice tener Medina Mora por la investigación periodística y la libertad de expresión, como otros dos botones demuestra desmienten también su aseveración reciente de que "no se trata de unificar las voces de los periodistas y medios de comunicación, ni menos aún de disminuir el libre ejercicio de su vocación o de suprimir la crítica", y de que "n estado democrático requiere de medios fuertes independientes, con capacidad de análisis de la realidad y de crítica":
1.- Cuando un periodista publicó que agentes federales participaron en el secuestro del joven Fernando Martí, que no se había dicho aún, presionó al director del medio para que le dijeran la fuente. Como el reportero no quiso hacerlo, lo despidieron, con lo cual Medina Mora quedó satisfecho.
Y 2.- Cuando una periodista obtuvo el número del expediente de la investigación de la PGR en el secuestro de la joven Silvia Vargas, Medina Mora difamó a la periodista y se metió en su vida privada, con el propósito de que fuera despedida. No lo logró.
El discurso moral de Medina Mora esconde, paradójicamente, una inmoralidad. Se puede documentar un patrón de manipulación de medios desde la PGR para minimizar las críticas sobre Medina Mora por los niveles de corrupción en la dependencia, y trasladar la cobertura negativa al secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna. Otros dos botones de muestra:
1.- Gerardo Garay era el comisionado interino de la Policía Federal Preventiva, y y por sus manos pasaron los 250 millones de dólares de Zhenli Ye Gon, y muchos millones más en otras operaciones que encabezó. Él arrestó a Luis "El Rey" Zambada y su protector, el comandante Édgar Bayardo, quieneslo acusaron de robarse 500 mil dólares, por lo que la PGR lo encarceló. Atrás de ese arresto hay una operación de encubrimiento. Por exigencia del presidente Calderón, Medina Mora tuvo que retirar la protección al ex jefe de la SIEDO, Noé Ramírez Mandujano, y detenerlo por presuntos nexos relación con el narcotráfico.
Para tender cortinas de humo que lo dejaran impoluto, los operadores de Medina Mora , maximizaron la detención de Garay, y le sumaron otro delito de abuso de detenidos. Además, dijeron que se había detenido al ex delegado de Seguridad Pública en Colombia, Javier Garza Palacios; que estaba declarando por el caso de Garay el ex secretario de García Luna, Mario Velarde, y que habían llamado a declarar al subsecretario de la dependencia, Facundo Rosas. Los tres eran cercanos al secretario, y las tres informaciones eran falsas. Pero el revuelo que generó la PGR en la prensa con las mentiras, hizo que la detención de Ramírez Mandujano y la protección que le había brindado Medina Mora, pasara casi desapercibida.
Y 2.- Haber evitado que se publicara en su momento el expediente de la corrupción en la SIEDO, le permitió inventar lo que se llamó la "Operación Limpieza". Medina Mora no tenía nada construido cuando el reportero obtuvo el documento. Al contrario: lo salpicaba. La investigación salió de Seguridad Pública y se fue a la DEA. El caso ya se hallaba en los tribunales, sin que el procurador hubiera informado al Presidente que todos los mandos que luchaban contra el narco en la PGR, presuntamente estaban en su nómina. El alto grado de improvisación de esa acción lo muestra un detalle: a menos de 48 horas de darse a conocer públicamente, la PGR bautizó el caso como "Operación Limpieza", por sugerencia de un periodista.
Medina Mora dijo esta semana que "la acción mediática del crimen organizado aumenta la fuerza de un enemigo que también es enemigo de los profesionales de los medios". Lo que no dijo es que él es más peligroso para los medios y la salud pública, por sus manipulaciones y tergiversaciones, que los propios cárteles. Con la delincuencia organizada, sabemos dónde está y qué persigue. Con Medina Mora, sabemos qué persigue, el control de los medios, pero no qué persigue, ni cuáles son sus razones, objetivos y temores. Esa doble cara, como todas las dobles caras, son más peligrosas.
Por eso, elprocurador se enredó esta semana cuando hizo sus recomendaciones a la prensa para la cobertura sobre el narcotráfico. Mintió al afirmar que no pretendía coartar la libertad de expresión. Mintió al decir que reconoce el trabajo de investigación de los periodistas. Mintió cuando asegura entender la problemática por la que atraviesan los medios.
Dos primeros botones de muestra:
1.- El espionaje telefónico a un periodista alertó a la PGR de que un diario se disponía a publicar el expediente sobre la corrupción en la SIEDO, la Subprocuraduría de Investigaciones Especializadas contra la Delincuencia Organizada, lo que le permitió a Medina Mora hablar con los propietarios para que se demorara un mes su difusión, pues de hacerse en ese momento, alegó, se corría el riesgo de que la investigación fracasara. En el fondo, Medina Mora salvó su trabajo. De haberse publicado el trabajo en ese momento, el presidente Felipe Calderón se habría enterado por la prensa y no por su procurador, del grado de penetración en la PGR.
Y 2.- Notoriamente nervioso en esos días por desconocer saber la procedencia del documento, Medina Mora presionó al director general del medio para que le mostrara el documento. Cuando el director general se resistió, lo amenazó con llamarlo a declarar ante el Ministerio Público para divulgara ante él la fuente del expediente. Pese a no tener posibilidades de concretar esa amenaza por los precedentes que permiten a la prensa proteger sus fuentes, lo siguió amagando. Finalmente logró su objetivo y tuvo amplio acceso al documento antes de ser publicado.
Estas acciones contradicen el respeto que dice tener Medina Mora por la investigación periodística y la libertad de expresión, como otros dos botones demuestra desmienten también su aseveración reciente de que "no se trata de unificar las voces de los periodistas y medios de comunicación, ni menos aún de disminuir el libre ejercicio de su vocación o de suprimir la crítica", y de que "n estado democrático requiere de medios fuertes independientes, con capacidad de análisis de la realidad y de crítica":
1.- Cuando un periodista publicó que agentes federales participaron en el secuestro del joven Fernando Martí, que no se había dicho aún, presionó al director del medio para que le dijeran la fuente. Como el reportero no quiso hacerlo, lo despidieron, con lo cual Medina Mora quedó satisfecho.
Y 2.- Cuando una periodista obtuvo el número del expediente de la investigación de la PGR en el secuestro de la joven Silvia Vargas, Medina Mora difamó a la periodista y se metió en su vida privada, con el propósito de que fuera despedida. No lo logró.
El discurso moral de Medina Mora esconde, paradójicamente, una inmoralidad. Se puede documentar un patrón de manipulación de medios desde la PGR para minimizar las críticas sobre Medina Mora por los niveles de corrupción en la dependencia, y trasladar la cobertura negativa al secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna. Otros dos botones de muestra:
1.- Gerardo Garay era el comisionado interino de la Policía Federal Preventiva, y y por sus manos pasaron los 250 millones de dólares de Zhenli Ye Gon, y muchos millones más en otras operaciones que encabezó. Él arrestó a Luis "El Rey" Zambada y su protector, el comandante Édgar Bayardo, quieneslo acusaron de robarse 500 mil dólares, por lo que la PGR lo encarceló. Atrás de ese arresto hay una operación de encubrimiento. Por exigencia del presidente Calderón, Medina Mora tuvo que retirar la protección al ex jefe de la SIEDO, Noé Ramírez Mandujano, y detenerlo por presuntos nexos relación con el narcotráfico.
Para tender cortinas de humo que lo dejaran impoluto, los operadores de Medina Mora , maximizaron la detención de Garay, y le sumaron otro delito de abuso de detenidos. Además, dijeron que se había detenido al ex delegado de Seguridad Pública en Colombia, Javier Garza Palacios; que estaba declarando por el caso de Garay el ex secretario de García Luna, Mario Velarde, y que habían llamado a declarar al subsecretario de la dependencia, Facundo Rosas. Los tres eran cercanos al secretario, y las tres informaciones eran falsas. Pero el revuelo que generó la PGR en la prensa con las mentiras, hizo que la detención de Ramírez Mandujano y la protección que le había brindado Medina Mora, pasara casi desapercibida.
Y 2.- Haber evitado que se publicara en su momento el expediente de la corrupción en la SIEDO, le permitió inventar lo que se llamó la "Operación Limpieza". Medina Mora no tenía nada construido cuando el reportero obtuvo el documento. Al contrario: lo salpicaba. La investigación salió de Seguridad Pública y se fue a la DEA. El caso ya se hallaba en los tribunales, sin que el procurador hubiera informado al Presidente que todos los mandos que luchaban contra el narco en la PGR, presuntamente estaban en su nómina. El alto grado de improvisación de esa acción lo muestra un detalle: a menos de 48 horas de darse a conocer públicamente, la PGR bautizó el caso como "Operación Limpieza", por sugerencia de un periodista.
Medina Mora dijo esta semana que "la acción mediática del crimen organizado aumenta la fuerza de un enemigo que también es enemigo de los profesionales de los medios". Lo que no dijo es que él es más peligroso para los medios y la salud pública, por sus manipulaciones y tergiversaciones, que los propios cárteles. Con la delincuencia organizada, sabemos dónde está y qué persigue. Con Medina Mora, sabemos qué persigue, el control de los medios, pero no qué persigue, ni cuáles son sus razones, objetivos y temores. Esa doble cara, como todas las dobles caras, son más peligrosas.
Estrechez legalista o prudencia política
En un Estado de derecho, los gobernantes, políticos, autoridades y funcionarios públicos deben respetar la ley, pero ese no debe ser el único criterio para la toma de decisiones. Se espera que también se midan las consecuencias, sociales, morales de sus decisiones. Es lo que Max Weber llamaba "ética de la responsabilidad", que trasciende el mero apego a la norma y lo complementa, pues evalúa también las consecuencias públicas de cada decisión. En México, si los gobernantes pueden hacer y deshacer a placer, sin importar los límites legales (debido a la impunidad imperante), y dado que difícilmente se puede apelar a su responsabilidad ética, al menos esperamos que tengan una cierta "ética de la responsabilidad" weberiana. Pero todo indica que ni siquiera cuando nuestros jerarcas públicos se mueven dentro del ámbito legal, atienden a ese otro elemento clave de la vida pública que es la prudencia política.
Pongamos ejemplos recientes en el ámbito electoral. Vicente Fox decidió participar en la campaña presidencial que justificó, con razón, en que no había nada en la ley que se lo impidiera. Era más bien un asunto de responsabilidad y prudencia políticas pues, además de agitar las aguas políticas, ensombreció el veredicto oficial de la elección misma. Los efectos polarizadores de esa irresponsable estrategia han sido sumamente dañinos, y de hecho no terminan por ser superados. Contribuyó a perder buena parte de la confianza y credibilidad en la democratización y en los comicios, que costó años cultivar. Por su parte, Luis Carlos Ugalde alegó legalidad al anunciar la "regla de oro de la democracia" al final del cómputo del IFE. Quizá era legal, pero sin duda absolutamente imprudente. Se lo advirtió (con sensatez, aclara Ugalde) su coordinador de comunicación social, Gustavo Lomelín: "Es picar la cresta a la coalición (por el Bien de Todos). No vale la pena" (Así lo viví, 2008).
Pero al menos Ugalde rechazó homologar el salario de los consejeros al de los ministros de la Corte, como antes también había hecho Woldenberg. No así el actual presidente del IFE, Leonardo Valdés, que no vio ningún problema en ello, porque era en principio legal (aunque algunos conocedores ponen esto también en duda, pues caben varias interpretaciones al artículo 41 constitucional). Algunos consejeros defendieron esa medida alegando que lo constitucional no puede ser inmoral. ¿De dónde salió esa doctrina? ¿No hay, no han existido históricamente leyes y constituciones inmorales, injustas, incluso auténticas aberraciones? Tal concepción deriva más del derecho sagrado y por tanto, inmutable que del derecho positivo, uno de los ejes de la modernidad social y jurídica. Distinguir entre el permiso legal y la mera prudencia, es cosa de sentido común. Fue el Contralor interno del IFE, don Gregorio Guerrero, quien el 24 de febrero advirtió sobre la imprudencia de la medida, y así lo hizo ver a la Junta General Ejecutiva: "Una autoridad que es omisa a las dificultades que la ciudadanía enfrenta, e incrementa sus percepciones en tiempos de indispensable austeridad, corre el riesgo de vaciar de contenido los preceptos democráticos que tanto enarbola y de reducir la definición de democracia a simple retórica. Los titulares que encabezan una de las más emblemáticas instituciones públicas del país, no pueden ni deben ser indiferentes al agobio económico de la ciudadanía". Ante lo cual, Valdés replicó con estrecho criterio letrista: "No escuché en la intervención del señor contralor general ningún argumento jurídico para invalidar el proyecto de acuerdo" (Reforma, 3/Mar/09). En efecto, el contralor no aludió a un argumento jurídico, sino a otros de tipo moral, ético, social y político. No pedía tampoco la violación de la ley, pues que se sepa nadie había demandado a los consejeros por violar la Constitución. Paradójicamente, quien detenta un cargo técnico, el contralor, aconsejó prudencia, mientras que quien tiene una gran responsabilidad política lo desoyó, comprobando muy pronto el desatino. En otras palabras, "la moral es un árbol que da moras", una consigna aplicable en general a nuestra clase política, pero que en el IFE es veneno puro a su autoridad moral y credibilidad (aunque lo mismo vale para el Tribunal Electoral y para la Suprema Corte).
Al poco tiempo volvimos a ver otro ejemplo de imprudencia, aunque perfectamente legal; los presidentes de los institutos electorales estatales invitaron a su evento anual al gobernador Enrique Peña Nieto, fuerte aspirante presidencial para 2012 (y abanderado de las televisoras), en un acto en que fue flanqueado por la presidente del Tribunal Electoral, Carmen Alanís, y el propio Valdés. ¿Algo ilegal? No, desde luego. ¿Imprudente? Por supuesto. Peor aún cuando Valdés aceptó un "aventón" en el helicóptero del gobernador mexiquense, lo que justificó nuevamente con limitada visión juridicista: "El artículo 2 del Cofipe dice muy claramente que, para el desempeño de sus funciones, las autoridades electorales contarán con el apoyo y colaboración de las autoridades federales, estatales y municipales y me da la impresión que, por lo menos yo en lo personal, aceptaré esos apoyos cuando sea necesario, del gobierno emanado de cualquier partido político" (27/Feb/09). Una conducta permitida por la ley, en efecto, pero carente de la más elemental prudencia política, sobre todo tratándose de un órgano autónomo, pretendidamente imparcial. Las difíciles condiciones políticas que atravesamos exigen no sólo respeto a la legalidad por parte de los actores (algo de por sí raro), pero también mucha prudencia política, una virtud al parecer escasa entre nuestros jerarcas del sector público.
Pongamos ejemplos recientes en el ámbito electoral. Vicente Fox decidió participar en la campaña presidencial que justificó, con razón, en que no había nada en la ley que se lo impidiera. Era más bien un asunto de responsabilidad y prudencia políticas pues, además de agitar las aguas políticas, ensombreció el veredicto oficial de la elección misma. Los efectos polarizadores de esa irresponsable estrategia han sido sumamente dañinos, y de hecho no terminan por ser superados. Contribuyó a perder buena parte de la confianza y credibilidad en la democratización y en los comicios, que costó años cultivar. Por su parte, Luis Carlos Ugalde alegó legalidad al anunciar la "regla de oro de la democracia" al final del cómputo del IFE. Quizá era legal, pero sin duda absolutamente imprudente. Se lo advirtió (con sensatez, aclara Ugalde) su coordinador de comunicación social, Gustavo Lomelín: "Es picar la cresta a la coalición (por el Bien de Todos). No vale la pena" (Así lo viví, 2008).
Pero al menos Ugalde rechazó homologar el salario de los consejeros al de los ministros de la Corte, como antes también había hecho Woldenberg. No así el actual presidente del IFE, Leonardo Valdés, que no vio ningún problema en ello, porque era en principio legal (aunque algunos conocedores ponen esto también en duda, pues caben varias interpretaciones al artículo 41 constitucional). Algunos consejeros defendieron esa medida alegando que lo constitucional no puede ser inmoral. ¿De dónde salió esa doctrina? ¿No hay, no han existido históricamente leyes y constituciones inmorales, injustas, incluso auténticas aberraciones? Tal concepción deriva más del derecho sagrado y por tanto, inmutable que del derecho positivo, uno de los ejes de la modernidad social y jurídica. Distinguir entre el permiso legal y la mera prudencia, es cosa de sentido común. Fue el Contralor interno del IFE, don Gregorio Guerrero, quien el 24 de febrero advirtió sobre la imprudencia de la medida, y así lo hizo ver a la Junta General Ejecutiva: "Una autoridad que es omisa a las dificultades que la ciudadanía enfrenta, e incrementa sus percepciones en tiempos de indispensable austeridad, corre el riesgo de vaciar de contenido los preceptos democráticos que tanto enarbola y de reducir la definición de democracia a simple retórica. Los titulares que encabezan una de las más emblemáticas instituciones públicas del país, no pueden ni deben ser indiferentes al agobio económico de la ciudadanía". Ante lo cual, Valdés replicó con estrecho criterio letrista: "No escuché en la intervención del señor contralor general ningún argumento jurídico para invalidar el proyecto de acuerdo" (Reforma, 3/Mar/09). En efecto, el contralor no aludió a un argumento jurídico, sino a otros de tipo moral, ético, social y político. No pedía tampoco la violación de la ley, pues que se sepa nadie había demandado a los consejeros por violar la Constitución. Paradójicamente, quien detenta un cargo técnico, el contralor, aconsejó prudencia, mientras que quien tiene una gran responsabilidad política lo desoyó, comprobando muy pronto el desatino. En otras palabras, "la moral es un árbol que da moras", una consigna aplicable en general a nuestra clase política, pero que en el IFE es veneno puro a su autoridad moral y credibilidad (aunque lo mismo vale para el Tribunal Electoral y para la Suprema Corte).
Al poco tiempo volvimos a ver otro ejemplo de imprudencia, aunque perfectamente legal; los presidentes de los institutos electorales estatales invitaron a su evento anual al gobernador Enrique Peña Nieto, fuerte aspirante presidencial para 2012 (y abanderado de las televisoras), en un acto en que fue flanqueado por la presidente del Tribunal Electoral, Carmen Alanís, y el propio Valdés. ¿Algo ilegal? No, desde luego. ¿Imprudente? Por supuesto. Peor aún cuando Valdés aceptó un "aventón" en el helicóptero del gobernador mexiquense, lo que justificó nuevamente con limitada visión juridicista: "El artículo 2 del Cofipe dice muy claramente que, para el desempeño de sus funciones, las autoridades electorales contarán con el apoyo y colaboración de las autoridades federales, estatales y municipales y me da la impresión que, por lo menos yo en lo personal, aceptaré esos apoyos cuando sea necesario, del gobierno emanado de cualquier partido político" (27/Feb/09). Una conducta permitida por la ley, en efecto, pero carente de la más elemental prudencia política, sobre todo tratándose de un órgano autónomo, pretendidamente imparcial. Las difíciles condiciones políticas que atravesamos exigen no sólo respeto a la legalidad por parte de los actores (algo de por sí raro), pero también mucha prudencia política, una virtud al parecer escasa entre nuestros jerarcas del sector público.
El Origen del Atraso
La Iglesia Católica mexicana incurrió en una grave responsabilidad con la nación desde que durante los 300 años del virreinato fue la institución colonial encargada de la educación. El resultado de su gestión no pudo ser más catastrófico dado que a la llegada del emperador Iturbide se conoció que el 98% de los mexicanos no sabían ni leer ni escribir. La religión protestante condiciona la salvación de los feligreses a la lectura de la biblia, disposición que conduce a la alfabetización de los fieles para así ganarse el favor de Dios. Dicha ceguera, la derivada de la ignorancia heredada y transmitida generacionalmente a lo largo de los siglos hasta llegar a nuestros días ha sido un evidente factor para explicar nuestro atraso, evidenciado, entre otras patéticas y temerarias realidades, con la presencia de 45 millones de mexicanos sepultados en la miseria, la carne de cañón ideal de cualquier populista para lucrar criminalmente con ella.
Mientras que las trece colonias de Norteamérica abrieron sus puertas de par en par para recibir a corrientes migratorias de cualquier signo religioso y político, talentosa apertura que enriquecería a Estados Unidos por la aportación ideológica y cultural que harían millones de ciudadanos de las más diversas nacionalidades, en México, durante el virreinato, se restringió el acceso a inmigrantes exclusivamente católicos, es decir, nos amurallamos, grave error, nos opusimos al flujo de personas protestantes, evangelistas judíos, musulmanes, budistas y anglicanos, entre otras más, que nos podrían haber transmitido conocimientos, costumbres, conceptos educativos, técnicas y valiosas experiencias que podrían haber alterado nuestro futuro. Un error: impedir la entrada de extranjeros por el solo hecho de no ser católicos Otro error: haber excluido a los mestizos de la operación del aparato político, privilegio reservado a los españoles Un error más: haber expulsado a los peninsulares cuando se consolidó la independencia sin tomar en cuenta que integraban la tripulación del gobierno mexicano que conocía las debidas técnicas de navegación. Lanzar por la borda a los operadores administrativos produjo daños severos en todos los mecanismos que podrían haber garantizado el crecimiento económico y el bienestar social. Por si lo anterior fuera insuficiente, en lugar de haber continuado con la tradición política heredada del virreinato, es decir, proseguir, más o menos, con la idea de Agustín Iturbide de crear una monarquía constitucional, presidida por un tlatoani, un virrey y finalmente por un emperador, controlado por un congreso, decidimos calcar el sistema político norteamericano y fundar una República federal sin contar con la debida experiencia política. ¡Una decisión ciertamente suicida! Copiamos de hecho la constitución de los Estados Unidos sin contar con su tradición parlamentaria, adoptamos un esquema desconocido para todos nosotros y, por si fuera poco, lanzamos al mar a quienes conocían el modus operandi del antiguo régimen colonial, que de haber continuado, con las adecuaciones sugeridas por Iturbide, antes de convertirse en dictador, podríamos haber consolidado la estabilidad adecuándola a la marcha de los tiempos. ¡Nos equivocamos de punta a punta!
Las condiciones del atraso se fueron dando una por una: fuimos incapaces de sacudirnos el temperamento derivado del autoritarismo español; el desorden político resultado de la adopción de un esquema divorciado de nuestra realidad nos impidió organizar eficientemente la economía; se limitó la participación de la comunidad en los asuntos del Estado; se desquició todo un concepto de ingeniería en materia de recaudación de impuestos vigente durante 300 años, con lo cual fue posible financiar sanamente el desarrollo del país ya independizado; nos hundió la existencia de más del 90% de la población analfabeta saturada, además, de prejuicios religiosos que convirtieron en ruedas cuadradas los sueños de grandeza de México.
Ni durante los 200 años del imperio azteca, para no revisar otros periodos del México precolombino, ni durante los 3 siglos del virreinato ni durante los siglos XIX y XX conocimos la democracia ni la libertad ni vivimos jamás sometidos al imperio de la ley ni al estado de derecho. Continuamos siendo el país de un solo hombre o de un sistema corporativo intolerante e intransigente como sin duda lo fue el PRI durante sus 70 años de devastadora existencia. Salvo algunos episodios aislados del siglo XIX, más los 15 meses del gobierno de Madero y los 9 años de evidente inutilidad panista no hemos conocido ni disfrutado las ventajas de la democracia, el vivero dentro del cual se desarrolla lo mejor del género humano.
La ignorancia, el analfabetismo, el autoritarismo, las supersticiones religiosas, las luchas intestinas por el poder nos impidieron construir una democracia en la que se aplicara indiscriminada e incondicionalmente la ley. De esta realidad advino el caos y del caos surgió el México de nuestros días.
Mientras que las trece colonias de Norteamérica abrieron sus puertas de par en par para recibir a corrientes migratorias de cualquier signo religioso y político, talentosa apertura que enriquecería a Estados Unidos por la aportación ideológica y cultural que harían millones de ciudadanos de las más diversas nacionalidades, en México, durante el virreinato, se restringió el acceso a inmigrantes exclusivamente católicos, es decir, nos amurallamos, grave error, nos opusimos al flujo de personas protestantes, evangelistas judíos, musulmanes, budistas y anglicanos, entre otras más, que nos podrían haber transmitido conocimientos, costumbres, conceptos educativos, técnicas y valiosas experiencias que podrían haber alterado nuestro futuro. Un error: impedir la entrada de extranjeros por el solo hecho de no ser católicos Otro error: haber excluido a los mestizos de la operación del aparato político, privilegio reservado a los españoles Un error más: haber expulsado a los peninsulares cuando se consolidó la independencia sin tomar en cuenta que integraban la tripulación del gobierno mexicano que conocía las debidas técnicas de navegación. Lanzar por la borda a los operadores administrativos produjo daños severos en todos los mecanismos que podrían haber garantizado el crecimiento económico y el bienestar social. Por si lo anterior fuera insuficiente, en lugar de haber continuado con la tradición política heredada del virreinato, es decir, proseguir, más o menos, con la idea de Agustín Iturbide de crear una monarquía constitucional, presidida por un tlatoani, un virrey y finalmente por un emperador, controlado por un congreso, decidimos calcar el sistema político norteamericano y fundar una República federal sin contar con la debida experiencia política. ¡Una decisión ciertamente suicida! Copiamos de hecho la constitución de los Estados Unidos sin contar con su tradición parlamentaria, adoptamos un esquema desconocido para todos nosotros y, por si fuera poco, lanzamos al mar a quienes conocían el modus operandi del antiguo régimen colonial, que de haber continuado, con las adecuaciones sugeridas por Iturbide, antes de convertirse en dictador, podríamos haber consolidado la estabilidad adecuándola a la marcha de los tiempos. ¡Nos equivocamos de punta a punta!
Las condiciones del atraso se fueron dando una por una: fuimos incapaces de sacudirnos el temperamento derivado del autoritarismo español; el desorden político resultado de la adopción de un esquema divorciado de nuestra realidad nos impidió organizar eficientemente la economía; se limitó la participación de la comunidad en los asuntos del Estado; se desquició todo un concepto de ingeniería en materia de recaudación de impuestos vigente durante 300 años, con lo cual fue posible financiar sanamente el desarrollo del país ya independizado; nos hundió la existencia de más del 90% de la población analfabeta saturada, además, de prejuicios religiosos que convirtieron en ruedas cuadradas los sueños de grandeza de México.
Ni durante los 200 años del imperio azteca, para no revisar otros periodos del México precolombino, ni durante los 3 siglos del virreinato ni durante los siglos XIX y XX conocimos la democracia ni la libertad ni vivimos jamás sometidos al imperio de la ley ni al estado de derecho. Continuamos siendo el país de un solo hombre o de un sistema corporativo intolerante e intransigente como sin duda lo fue el PRI durante sus 70 años de devastadora existencia. Salvo algunos episodios aislados del siglo XIX, más los 15 meses del gobierno de Madero y los 9 años de evidente inutilidad panista no hemos conocido ni disfrutado las ventajas de la democracia, el vivero dentro del cual se desarrolla lo mejor del género humano.
La ignorancia, el analfabetismo, el autoritarismo, las supersticiones religiosas, las luchas intestinas por el poder nos impidieron construir una democracia en la que se aplicara indiscriminada e incondicionalmente la ley. De esta realidad advino el caos y del caos surgió el México de nuestros días.
jueves, 5 de marzo de 2009
Las Abuelas
La abuela maravilla
A propósito de La hija de Isis –las memorias de la egipcia Nawal El Saadawi merecedoras del premio Catalunya 1993–, Doris Lessing dijo: “En nuestra cultura la educación de las mujeres fue una lucha de nuestras abuelas y nuestras bisabuelas; leyendo este libro nos damos cuenta de que no todo está conseguido”. Más de una década después, vemos a una de las escritoras más importantes de la segunda mitad del siglo XX despacharse, a los 85 años, de eso que llamamos vida interesante, con una obra que, si bien no agrega temas nuevos a su repertorio, los articula con una maestría y lucidez poco común.
Sabemos que Doris Lessing, candidata “natural” al Premio Nobel de Literatura desde hace un buen tiempo, no titubea demasiado a la hora de tomar como material de escritura experiencias de su propia vida. Así, la mujer independizada a los 15 años y varias veces casada, que formara parte del Partido Comunista en Inglaterra para luego desafiliarse polémicamente en 1954, teniendo en su haber más de una cuarentena de libros y ya ubicada en la sospechosa tercera edad, vuelve una vez más al ruedo con cuatro relatos que tienen en común la figura de los abuelos, ya sea encarnada en personajes concretos o a manera de símbolo. “¿Acaso no se ha puesto de moda la figura de los abuelos?”, dice uno de los personajes de “Victoria y los Staveney”, el segundo relato.
Y tal vez sí estén de moda los abuelos. Lo que no es menos cierto es que esta escritora con tendencia realista (partidaria de la doctrina mística del sufismo), pero que ha confesado más de una vez no saber distinguir demasiado bien entre realidad y fantasía, encara con desenvoltura un tema bastante arraigado en la literatura clásica: la ancianidad. Y podría sospecharse que los personajes de la nueva obra de Lessing mezclan la terquedad de Don Alonso Quijano, la perversión de los ancianos de Moratín, la belleza humana del abuelo tipo de Pérez Galdós con la función sustituta de la abuela de Marcel en Proust.
Son cuatro historias autónomas y las cuatro ubican a las abuelas, o mejor dicho a la “abuelitud”, como protagonistas de descarnadas luchas generacionales por conflictos sexuales y políticos. Familias de gran peso matriarcal (aun cuando las apariencias digan lo contrario) que deben tomar una postura con respecto a la negritud (otro de los grandes temas de Lessing) y viven el matrimonio como aquello démodé y perturbador que se busca sólo y siempre por intereses económicos o de ascenso social. Y, en general, sus miembros experimentan el paso de la juventud a la vejez de manera más que traumática.
“Las Abuelas”, tal vez el relato más acabado de la serie, traza el errante itinerario del deseo sexual. Lil y Roz, dos amigas que se conocen en la escuela primaria y pasan juntas toda su vida, luego de ver fracasados sus respectivos matrimonios (con los que tienen cada una un hijo varón que las hará abuelas), se preguntan si son lesbianas. Como las figuras paternas desaparecen (otra constante en el libro), las abuelas y sus hijos conforman una gran familia de cuatro, y cada una de ellas se involucrará sexualmente con el hijo de la otra, generando una atmósfera de incesto. En fin, todos los personajes de esta narración desean lo que no tienen o han perdido y para remediar la falta recurren a otro “personaje consuelo”, que sólo va a valer en tanto mantenga un vínculo con el objeto de deseo primordial.
Sintonizando con la más renombrada escritora feminista, Virginia Woolf, lo que pretende Victoria en “Victoria y los Staveney” es ese cuarto propio en la ciudad de Londres donde poder desarrollarse como mujer. Pero para llegar a ese cuarto propio hay que pasar por experiencias tales como el cuidado de una tía, el matrimonio y la maternidad. Es una historia de conflictos sociales y de género, en la que Victoria sufre (o acepta) la paulatina transculturación de su propia hija.
Por su parte, “El motivo” está ubicado en la notable atmósfera de una civilización muy antigua que veía peligrar su gobierno por los continuos conflictos entre las familias aristócratas. Pese a lo cual, logra una época de esplendor en la que se formaba a la gente a partir de la composición de narraciones y relatos heroicos con olor a exemplos medievales estilo Don Juan Manuel (el siempre interesante sobrino de Alfonso el Sabio). La promotora de esa etapa de florecimiento, Destra, llega al poder luego de envenenar al dictador que la tomara como esposa, pero luego de 150 años de mandato será derrocada por la asunción de su propio hijo (Devara), quien al destruir la vida cultural de la civilización aniquila sin más su esencia. Walter Benjamin llamaba a esto la pérdida del legado de la experiencia de los más ancianos a los jóvenes, a partir de la extinción de las narraciones orales. Sin embargo, el Sabio del Consejo de los Doce descubre que la tiranía de Devara es aparente porque no hace sino obedecer la voluntad de su joven mujer.
En “Un hijo del amor”, la figura de la abuelitud aparece representada por los distintos rangos militares. El joven James Reid, en plena hecatombe de la Segunda Guerra Mundial, lucha por vivir el amor verdadero. Y durante una fiesta que organizan en Ciudad del Cabo dos anfitrionas inglesas, conoce a Daphne (mujer casada y amante del mar) con quien tiene un affaire que –supuestamente– le da un hijo, al que nunca llega a conocer. En este cuento es la guerra el factor que genera una distancia y silencio crecientes entre tres generaciones.
El legado que Las abuelas deja al presunto nieto lector consta de un puñado de relatos que retoman lo mejor de la pluma de la autora de El cuaderno dorado y lo malcrían con una buena dosis de realismo. Decididamente, Doris Lessing no se duerme en los laureles.
A propósito de La hija de Isis –las memorias de la egipcia Nawal El Saadawi merecedoras del premio Catalunya 1993–, Doris Lessing dijo: “En nuestra cultura la educación de las mujeres fue una lucha de nuestras abuelas y nuestras bisabuelas; leyendo este libro nos damos cuenta de que no todo está conseguido”. Más de una década después, vemos a una de las escritoras más importantes de la segunda mitad del siglo XX despacharse, a los 85 años, de eso que llamamos vida interesante, con una obra que, si bien no agrega temas nuevos a su repertorio, los articula con una maestría y lucidez poco común.
Sabemos que Doris Lessing, candidata “natural” al Premio Nobel de Literatura desde hace un buen tiempo, no titubea demasiado a la hora de tomar como material de escritura experiencias de su propia vida. Así, la mujer independizada a los 15 años y varias veces casada, que formara parte del Partido Comunista en Inglaterra para luego desafiliarse polémicamente en 1954, teniendo en su haber más de una cuarentena de libros y ya ubicada en la sospechosa tercera edad, vuelve una vez más al ruedo con cuatro relatos que tienen en común la figura de los abuelos, ya sea encarnada en personajes concretos o a manera de símbolo. “¿Acaso no se ha puesto de moda la figura de los abuelos?”, dice uno de los personajes de “Victoria y los Staveney”, el segundo relato.
Y tal vez sí estén de moda los abuelos. Lo que no es menos cierto es que esta escritora con tendencia realista (partidaria de la doctrina mística del sufismo), pero que ha confesado más de una vez no saber distinguir demasiado bien entre realidad y fantasía, encara con desenvoltura un tema bastante arraigado en la literatura clásica: la ancianidad. Y podría sospecharse que los personajes de la nueva obra de Lessing mezclan la terquedad de Don Alonso Quijano, la perversión de los ancianos de Moratín, la belleza humana del abuelo tipo de Pérez Galdós con la función sustituta de la abuela de Marcel en Proust.
Son cuatro historias autónomas y las cuatro ubican a las abuelas, o mejor dicho a la “abuelitud”, como protagonistas de descarnadas luchas generacionales por conflictos sexuales y políticos. Familias de gran peso matriarcal (aun cuando las apariencias digan lo contrario) que deben tomar una postura con respecto a la negritud (otro de los grandes temas de Lessing) y viven el matrimonio como aquello démodé y perturbador que se busca sólo y siempre por intereses económicos o de ascenso social. Y, en general, sus miembros experimentan el paso de la juventud a la vejez de manera más que traumática.
“Las Abuelas”, tal vez el relato más acabado de la serie, traza el errante itinerario del deseo sexual. Lil y Roz, dos amigas que se conocen en la escuela primaria y pasan juntas toda su vida, luego de ver fracasados sus respectivos matrimonios (con los que tienen cada una un hijo varón que las hará abuelas), se preguntan si son lesbianas. Como las figuras paternas desaparecen (otra constante en el libro), las abuelas y sus hijos conforman una gran familia de cuatro, y cada una de ellas se involucrará sexualmente con el hijo de la otra, generando una atmósfera de incesto. En fin, todos los personajes de esta narración desean lo que no tienen o han perdido y para remediar la falta recurren a otro “personaje consuelo”, que sólo va a valer en tanto mantenga un vínculo con el objeto de deseo primordial.
Sintonizando con la más renombrada escritora feminista, Virginia Woolf, lo que pretende Victoria en “Victoria y los Staveney” es ese cuarto propio en la ciudad de Londres donde poder desarrollarse como mujer. Pero para llegar a ese cuarto propio hay que pasar por experiencias tales como el cuidado de una tía, el matrimonio y la maternidad. Es una historia de conflictos sociales y de género, en la que Victoria sufre (o acepta) la paulatina transculturación de su propia hija.
Por su parte, “El motivo” está ubicado en la notable atmósfera de una civilización muy antigua que veía peligrar su gobierno por los continuos conflictos entre las familias aristócratas. Pese a lo cual, logra una época de esplendor en la que se formaba a la gente a partir de la composición de narraciones y relatos heroicos con olor a exemplos medievales estilo Don Juan Manuel (el siempre interesante sobrino de Alfonso el Sabio). La promotora de esa etapa de florecimiento, Destra, llega al poder luego de envenenar al dictador que la tomara como esposa, pero luego de 150 años de mandato será derrocada por la asunción de su propio hijo (Devara), quien al destruir la vida cultural de la civilización aniquila sin más su esencia. Walter Benjamin llamaba a esto la pérdida del legado de la experiencia de los más ancianos a los jóvenes, a partir de la extinción de las narraciones orales. Sin embargo, el Sabio del Consejo de los Doce descubre que la tiranía de Devara es aparente porque no hace sino obedecer la voluntad de su joven mujer.
En “Un hijo del amor”, la figura de la abuelitud aparece representada por los distintos rangos militares. El joven James Reid, en plena hecatombe de la Segunda Guerra Mundial, lucha por vivir el amor verdadero. Y durante una fiesta que organizan en Ciudad del Cabo dos anfitrionas inglesas, conoce a Daphne (mujer casada y amante del mar) con quien tiene un affaire que –supuestamente– le da un hijo, al que nunca llega a conocer. En este cuento es la guerra el factor que genera una distancia y silencio crecientes entre tres generaciones.
El legado que Las abuelas deja al presunto nieto lector consta de un puñado de relatos que retoman lo mejor de la pluma de la autora de El cuaderno dorado y lo malcrían con una buena dosis de realismo. Decididamente, Doris Lessing no se duerme en los laureles.
Roseanna
Roseanna McGraw era una estadounidense de 27 años que un buen día, en los lejanos años sesenta, apareció desnuda y asesinada en el lago Vattern en Suecia. Un trascabo encontró por casualidad su cadáver. "Medía 1.67... tenía ojos azul grisáceo y el pelo castaño oscuro. Los dientes completamente sanos, sin marcas de cicatrices por intervenciones quirúrgicas ni ningún otro tipo de marcas en el cuerpo, con la excepción de un lunar en la parte alta de la cara interna del muslo izquierdo...", escribió en su informe el médico forense. Sus vacaciones terminaron en tragedia, y el investigador Martin Beck, integrante de la Brigada Nacional de Homicidios, se avocó, con pasión y tenacidad, a aclarar el crimen.
Roseanna, así sin apellido, es la pareja de un testigo protegido del FBI rebautizado como Ernie Molina. Su misión: declarar en contra de la mafia a cambio de seguridad, lo cual implica cambio de nombre, de residencia y de trabajo. Pero el cretino agente que se encarga de custodiarlos hace alarde de mantener una relación amorosa con Roseanna. Frente al propio marido, el agente Ferris Britton, fuerte, joven y ostentoso, se permitía parrafadas como la siguiente: "A juzgar por cómo se comportaba ella pensé que una de dos: o estaba harta o no recibía lo suficiente. A Roseanna le gustaba tener compañía. Cuando Ernie se iba a trabajar al bar, Roseanna me llamaba. Eh, ¿qué estás haciendo? ¿Por qué no pasas a tomar algo? Bitsy y yo estamos aquí solas. Ella y su maldita perra...".
Rozeanna "Roz" Struthers tenía una amiga inseparable, Liliane "Lil" Western, desde su ingreso a la escuela. Sus vidas fueron placenteras, celestes. Lil llegaría a ser una buena atleta y Roz una destacada actriz. Se casaron casi al mismo tiempo, Roz con Harold y Lil con Teho, y cada una de ellas tuvo un hijo: Ian y Tom. Ellos crecieron, Roz se divorció y Lil quedó viuda. Hasta ahí dos historias convencionales. Lo singular de Rozeanna y Liliane es que cada una de ellas sedujo al hijo de su amiga (casi hermana) hasta hacerlo su amante. Las relaciones cuasifamiliares se convirtieron en obsesiones amorosas.
Se trata de tres Roseannas o Rozeannas diferentes, enmarcadas en historias lejanas las unas de las otras. No tienen nada en común, salvo el nombre. La primera aparece en la novela Roseanna, escrita en 1965 por la pareja de escritores Maj Sjowall y Per Wahloo (RBA Libros, Barcelona, 2007, 284 páginas). La segunda es un personaje secundario del thriller Persecución Mortal (Killshot) de Elmore Leonard (Alianza Editorial, Madrid, 2008, 335 páginas). Y la tercera es una de las dos protagonistas centrales de la novela corta o del cuento largo de Doris Lessing, Las abuelas (Ediciones B, Barcelona, 2007, 327 páginas).
A las tres llegué por diferentes vías. En la Feria del Libro de Guadalajara encontré el pequeño tomo de Sjowall y Waloo. Jamás los había leído y ni siquiera había escuchado sus nombres. No obstante, en la portada del libro se anunciaba un prólogo de Henning Mankell, el creador del investigador Mat Wallander, y ello fue suficiente para que me animara a comprarlo. A Elmore Leonard y sus novelas policiacas lo leo cada vez que encuentro un libro suyo, gracias a la sugerencia de un querido amigo madrileño. Y a Doris Lessing la empecé a frecuentar desde que fue reconocida con el Premio Nobel, no antes.
Lo curioso es que leí esos relatos de manera sucesiva y en el orden enunciado. Fue en Manzanillo. En los intermedios no leí ningún otro libro, sólo esos tres. Cuatro autores distintos de tres nacionalidades habían bautizado a sus respectivos personajes con el mismo nombre. Los suecos, el norteamericano y la inglesa habían utilizado el nombre de Roseanna para dar vida a mujeres distintas y distantes.
Las coincidencias pueden ser la sal de la vida. Inexplicables y sorpresivas por un momento sacuden la rutina y abren posibilidades infinitas a la imaginación. Suceden y resulta vano buscar explicaciones. Se develan y le ponen sabor a la rutina. Y cuando resultan extremadamente caprichosas son como agua fresca.
Paul Auster en Experimentos con la verdad (Anagrama, Barcelona, 2006) imagina o transcribe un buen número de historias inverosímiles marcadas por las coincidencias. Ejemplos: A) En Brooklyn, una mujer le avienta desde la ventana una moneda de 10 centavos a su esposo, pero al chocar contra la rama de un árbol cambia de dirección y se pierde; el esposo se va a ver un partido de béisbol al estadio de los Mets, y mientras se fuma un cigarro se encuentra con una moneda de 10 centavos junto a sus pies. B) En Alemania, una amiga parturienta del autor no puede terminar de ver una película (Historia de una monja, con Audrey Hepburn) porque tiene que salir corriendo al hospital; no obstante, mientras espera su segundo parto, prende la televisión y se encuentra la misma película en el momento exacto en el que la había dejado tres años antes.
Hay coincidencias venturosas y trágicas, anodinas y cruciales, menores y mayores, pero todas dejan una estela de sorpresa. Son obsequios que muestran la extrañeza de la vida, la fiesta de lo inesperado, lo pasmoso del transcurrir de los días. Son además imperceptibles para quien tiene resuelta la existencia, para quien sabe mucho de una sola cosa y carece de vocación para ver más allá, para los seducidos por el principio de causalidad (la antípoda de la casualidad, a pesar de parecerse tanto), es decir, para los que tienen explicación para todo.
Lo peor, sin embargo, es cuando suceden y no son percibidas. Cuando pasan frente a nosotros y tenemos los ojos cerrados. Entonces se desvanecen sin dejar huella y son irrecuperables. Y ese regalo se evapora sin dueño.
Roseanna, así sin apellido, es la pareja de un testigo protegido del FBI rebautizado como Ernie Molina. Su misión: declarar en contra de la mafia a cambio de seguridad, lo cual implica cambio de nombre, de residencia y de trabajo. Pero el cretino agente que se encarga de custodiarlos hace alarde de mantener una relación amorosa con Roseanna. Frente al propio marido, el agente Ferris Britton, fuerte, joven y ostentoso, se permitía parrafadas como la siguiente: "A juzgar por cómo se comportaba ella pensé que una de dos: o estaba harta o no recibía lo suficiente. A Roseanna le gustaba tener compañía. Cuando Ernie se iba a trabajar al bar, Roseanna me llamaba. Eh, ¿qué estás haciendo? ¿Por qué no pasas a tomar algo? Bitsy y yo estamos aquí solas. Ella y su maldita perra...".
Rozeanna "Roz" Struthers tenía una amiga inseparable, Liliane "Lil" Western, desde su ingreso a la escuela. Sus vidas fueron placenteras, celestes. Lil llegaría a ser una buena atleta y Roz una destacada actriz. Se casaron casi al mismo tiempo, Roz con Harold y Lil con Teho, y cada una de ellas tuvo un hijo: Ian y Tom. Ellos crecieron, Roz se divorció y Lil quedó viuda. Hasta ahí dos historias convencionales. Lo singular de Rozeanna y Liliane es que cada una de ellas sedujo al hijo de su amiga (casi hermana) hasta hacerlo su amante. Las relaciones cuasifamiliares se convirtieron en obsesiones amorosas.
Se trata de tres Roseannas o Rozeannas diferentes, enmarcadas en historias lejanas las unas de las otras. No tienen nada en común, salvo el nombre. La primera aparece en la novela Roseanna, escrita en 1965 por la pareja de escritores Maj Sjowall y Per Wahloo (RBA Libros, Barcelona, 2007, 284 páginas). La segunda es un personaje secundario del thriller Persecución Mortal (Killshot) de Elmore Leonard (Alianza Editorial, Madrid, 2008, 335 páginas). Y la tercera es una de las dos protagonistas centrales de la novela corta o del cuento largo de Doris Lessing, Las abuelas (Ediciones B, Barcelona, 2007, 327 páginas).
A las tres llegué por diferentes vías. En la Feria del Libro de Guadalajara encontré el pequeño tomo de Sjowall y Waloo. Jamás los había leído y ni siquiera había escuchado sus nombres. No obstante, en la portada del libro se anunciaba un prólogo de Henning Mankell, el creador del investigador Mat Wallander, y ello fue suficiente para que me animara a comprarlo. A Elmore Leonard y sus novelas policiacas lo leo cada vez que encuentro un libro suyo, gracias a la sugerencia de un querido amigo madrileño. Y a Doris Lessing la empecé a frecuentar desde que fue reconocida con el Premio Nobel, no antes.
Lo curioso es que leí esos relatos de manera sucesiva y en el orden enunciado. Fue en Manzanillo. En los intermedios no leí ningún otro libro, sólo esos tres. Cuatro autores distintos de tres nacionalidades habían bautizado a sus respectivos personajes con el mismo nombre. Los suecos, el norteamericano y la inglesa habían utilizado el nombre de Roseanna para dar vida a mujeres distintas y distantes.
Las coincidencias pueden ser la sal de la vida. Inexplicables y sorpresivas por un momento sacuden la rutina y abren posibilidades infinitas a la imaginación. Suceden y resulta vano buscar explicaciones. Se develan y le ponen sabor a la rutina. Y cuando resultan extremadamente caprichosas son como agua fresca.
Paul Auster en Experimentos con la verdad (Anagrama, Barcelona, 2006) imagina o transcribe un buen número de historias inverosímiles marcadas por las coincidencias. Ejemplos: A) En Brooklyn, una mujer le avienta desde la ventana una moneda de 10 centavos a su esposo, pero al chocar contra la rama de un árbol cambia de dirección y se pierde; el esposo se va a ver un partido de béisbol al estadio de los Mets, y mientras se fuma un cigarro se encuentra con una moneda de 10 centavos junto a sus pies. B) En Alemania, una amiga parturienta del autor no puede terminar de ver una película (Historia de una monja, con Audrey Hepburn) porque tiene que salir corriendo al hospital; no obstante, mientras espera su segundo parto, prende la televisión y se encuentra la misma película en el momento exacto en el que la había dejado tres años antes.
Hay coincidencias venturosas y trágicas, anodinas y cruciales, menores y mayores, pero todas dejan una estela de sorpresa. Son obsequios que muestran la extrañeza de la vida, la fiesta de lo inesperado, lo pasmoso del transcurrir de los días. Son además imperceptibles para quien tiene resuelta la existencia, para quien sabe mucho de una sola cosa y carece de vocación para ver más allá, para los seducidos por el principio de causalidad (la antípoda de la casualidad, a pesar de parecerse tanto), es decir, para los que tienen explicación para todo.
Lo peor, sin embargo, es cuando suceden y no son percibidas. Cuando pasan frente a nosotros y tenemos los ojos cerrados. Entonces se desvanecen sin dejar huella y son irrecuperables. Y ese regalo se evapora sin dueño.
martes, 3 de marzo de 2009
Más allá de la víscera
Sé que a muchos mexicanos la noticia les revuelve el estómago. Todo indica que el PRI llega muy fortalecido a las elecciones intermedias. Podrá festejar los 80 años de su fundación original como un fenómeno político cuya capacidad de supervivencia es verdaderamente asombrosa. De continuar las tendencias, el orden entre las tres principales fuerzas políticas difícilmente se alterará. Las diferencias se han ido ensanchando. Diversos estudios presentan al PRI con alrededor de 40 por ciento de intención de voto, al PAN en los bajos treintas y al PRD por debajo de 20 por ciento. El PRI conserva el mayor número de gubernaturas, 18, y lentamente recupera diputaciones locales y municipios. Sigue siendo la fuerza política con mayor presencia en el territorio nacional. Pero más allá de la aversión justificada pensemos en la corrupción que esas siglas generan en muchas personas, es imposible negar que ese partido representa a una gran porción de mexicanos. Está en su interpretación del mundo, del país, es parte de su cultura. Aunque moleste es obligado dejar el estómago al lado y leer esta realidad.
A finales de los años ochenta un amigo muy estudioso pronosticaba que en elecciones limpias el PRI no ganaría un municipio. Esa imagen gravitó fuertemente sobre el PRI. Pero la realidad caminó por otra parte. Hoy tenemos noticias claras de formas ilegales de promover el voto de ese partido que siguen presentes sobre todo en algunas entidades como Oaxaca. Pero resulta imposible generalizar la tesis de mi amigo. El PRI ha aprendido a ganar elecciones por la buena. En México hay competencia política real, es decir posibilidad de desplazamiento de quien gobierna, en alrededor del 80 por ciento de los distritos. En las casillas hay vigilancia cruzada entre los partidos. Además la participación ciudadana es una amplia garantía. La alternancia es real, lo cual le ha permitido al PRI recuperar plazas como en Chihuahua, Nuevo León, Yucatán, las más evidentes. Allí está un primer aprendizaje.
Pero además algunas variables de fondo han cambiado. México es ya un país predominantemente urbano y de clases de ingresos medios. En este país las viejas estructuras corporativas ya no sirven para garantizar triunfos. Cada día hay menos campesinos tradicionales. Los trabajadores de cuello azul ya no aumentan. La mayoría de los mexicanos vive ya del sector terciario, de los servicios. Estos cambios profundos impusieron al PRI el reto de aprender a hacer política con otros instrumentos. No fue fácil. Tuvieron muchos tropiezos. La degradada vida gremial sigue siendo un lastre terrible. El PRI de 2009 con frecuencia gana no por las estructuras corporativas sino a pesar de ellas. Basta con revisar la composición de sus bancadas para observar el lento giro que deja atrás al corporativismo para apoyarse en los candidatos con perfil ciudadano. El PRI ha tenido que reinventarse.
Muchos especialistas han señalado que el PRI y sus antecesores lograron conservarse en el poder en parte por escapar a las rigideces de los partidos ideológicos. Los diferentes presidentes de la República imprimían virajes en las interpretaciones predominantes. Esos virajes respondían a las circunstancias internas y externas. Esa flexibilidad les facilitó mucho la permanencia. Hoy es diferente. Al perder la Presidencia las distintas corrientes han salido a la luz no sin costos. Por ejemplo el haber establecido los famosos "candados" que impiden promover a cuadros técnicos que no han hecho una carrera política tradicional es una sangría. Esa sangría le ha costado muy cara al PRI y al país. Hoy es claro que esos profesionistas sólidos tampoco están en las otras fuerzas políticas. El país los ha perdido.
Sin embargo, la tesis de la flexibilidad ideológica sigue siendo válida, basta con revisar los perfiles de los diferentes gobernadores: Sonora o Nuevo León versus Oaxaca o Puebla. Pero quizá lo más importante para el país de ese rasgo fue permitir que el impulso modernizador pudiera asentarse con apoyo en la Presidencia. Pensemos por ejemplo en Miguel Alemán, De la Madrid, Salinas o Zedillo, pero también Cárdenas, Ruiz Cortines o López Mateos. Casi nueve años después de que el PRI perdiera la Presidencia queda claro lo importante de tener un verdadero proyecto modernizador, que nunca se entendió con Fox, pero también la necesidad de contar con el apoyo sólido de una estructura partidaria, reto de Calderón. Esa imagen también está en el imaginario colectivo que sigue apoyando al PRI: fortaleza en la conducción nacional. Por supuesto que no es ni deseable ni posible regresar a la centralización de poder del pasado, pero también es cierto que la debilidad institucional del Presidente no es una buena noticia.
La vieja idea de disciplina partidaria que tanto fue criticada resurge cuando vemos la brutal capacidad para dañar a sus partidos de algunos personajes. Los datos muestran que ese desorden, impulsado por nuevos caudillos sin vocación institucional, no agradan al votante, de ahí la factura de este 2009. Está además el trabajo fino de selección de los candidatos frente a una opinión pública cada vez más exigente y observante. Cuántas veces no se advirtió que Madrazo garantizaba la derrota para el PRI. No hubo novedad. Como tampoco la hay en que los buenos candidatos ganen elecciones. El votante mexicano, además de que se define en el centro, es poco ideológico.
Así el PRI llega al 80 aniversario de su fundación original siendo el partido con menor rechazo, 25 por ciento, a diferencia del PRD que roza el 50 por ciento. Más allá de algunos personajes siniestros que militan en ese partido y que son lastres, algo está haciendo bien el PRI y hay que reconocerlo.
A finales de los años ochenta un amigo muy estudioso pronosticaba que en elecciones limpias el PRI no ganaría un municipio. Esa imagen gravitó fuertemente sobre el PRI. Pero la realidad caminó por otra parte. Hoy tenemos noticias claras de formas ilegales de promover el voto de ese partido que siguen presentes sobre todo en algunas entidades como Oaxaca. Pero resulta imposible generalizar la tesis de mi amigo. El PRI ha aprendido a ganar elecciones por la buena. En México hay competencia política real, es decir posibilidad de desplazamiento de quien gobierna, en alrededor del 80 por ciento de los distritos. En las casillas hay vigilancia cruzada entre los partidos. Además la participación ciudadana es una amplia garantía. La alternancia es real, lo cual le ha permitido al PRI recuperar plazas como en Chihuahua, Nuevo León, Yucatán, las más evidentes. Allí está un primer aprendizaje.
Pero además algunas variables de fondo han cambiado. México es ya un país predominantemente urbano y de clases de ingresos medios. En este país las viejas estructuras corporativas ya no sirven para garantizar triunfos. Cada día hay menos campesinos tradicionales. Los trabajadores de cuello azul ya no aumentan. La mayoría de los mexicanos vive ya del sector terciario, de los servicios. Estos cambios profundos impusieron al PRI el reto de aprender a hacer política con otros instrumentos. No fue fácil. Tuvieron muchos tropiezos. La degradada vida gremial sigue siendo un lastre terrible. El PRI de 2009 con frecuencia gana no por las estructuras corporativas sino a pesar de ellas. Basta con revisar la composición de sus bancadas para observar el lento giro que deja atrás al corporativismo para apoyarse en los candidatos con perfil ciudadano. El PRI ha tenido que reinventarse.
Muchos especialistas han señalado que el PRI y sus antecesores lograron conservarse en el poder en parte por escapar a las rigideces de los partidos ideológicos. Los diferentes presidentes de la República imprimían virajes en las interpretaciones predominantes. Esos virajes respondían a las circunstancias internas y externas. Esa flexibilidad les facilitó mucho la permanencia. Hoy es diferente. Al perder la Presidencia las distintas corrientes han salido a la luz no sin costos. Por ejemplo el haber establecido los famosos "candados" que impiden promover a cuadros técnicos que no han hecho una carrera política tradicional es una sangría. Esa sangría le ha costado muy cara al PRI y al país. Hoy es claro que esos profesionistas sólidos tampoco están en las otras fuerzas políticas. El país los ha perdido.
Sin embargo, la tesis de la flexibilidad ideológica sigue siendo válida, basta con revisar los perfiles de los diferentes gobernadores: Sonora o Nuevo León versus Oaxaca o Puebla. Pero quizá lo más importante para el país de ese rasgo fue permitir que el impulso modernizador pudiera asentarse con apoyo en la Presidencia. Pensemos por ejemplo en Miguel Alemán, De la Madrid, Salinas o Zedillo, pero también Cárdenas, Ruiz Cortines o López Mateos. Casi nueve años después de que el PRI perdiera la Presidencia queda claro lo importante de tener un verdadero proyecto modernizador, que nunca se entendió con Fox, pero también la necesidad de contar con el apoyo sólido de una estructura partidaria, reto de Calderón. Esa imagen también está en el imaginario colectivo que sigue apoyando al PRI: fortaleza en la conducción nacional. Por supuesto que no es ni deseable ni posible regresar a la centralización de poder del pasado, pero también es cierto que la debilidad institucional del Presidente no es una buena noticia.
La vieja idea de disciplina partidaria que tanto fue criticada resurge cuando vemos la brutal capacidad para dañar a sus partidos de algunos personajes. Los datos muestran que ese desorden, impulsado por nuevos caudillos sin vocación institucional, no agradan al votante, de ahí la factura de este 2009. Está además el trabajo fino de selección de los candidatos frente a una opinión pública cada vez más exigente y observante. Cuántas veces no se advirtió que Madrazo garantizaba la derrota para el PRI. No hubo novedad. Como tampoco la hay en que los buenos candidatos ganen elecciones. El votante mexicano, además de que se define en el centro, es poco ideológico.
Así el PRI llega al 80 aniversario de su fundación original siendo el partido con menor rechazo, 25 por ciento, a diferencia del PRD que roza el 50 por ciento. Más allá de algunos personajes siniestros que militan en ese partido y que son lastres, algo está haciendo bien el PRI y hay que reconocerlo.
¿Catastrofismo sr Presidente?
La portada de la revista El País, semanal de este domingo del diario español, habla más que mil palabras. La fotografía que ocupa toda la portada en blanco y negro asemeja una escena de película de terror: sobre una plancha vemos el cuerpo de una mujer violada y asesinada, en una sala de autopsias de Ciudad Juárez. Un joven vestido civilmente, parece examinarla por la parte de atrás con la ayuda de un foco, mientras que un señor, con un suéter de cuello de tortuga oscuro, de brazos cruzados y guantes de látex, observa la desnudez de la muchacha no mayor de 20 años. A lo lejos, contra el muro, se lee un letrero con letras mayúsculas que dice: Punzo Cortante. El título del reportaje central del semanario se distingue, por la negrura de sus grandes letras: "La muerte imparable. Ciudad Juárez. 1.5 millones de habitantes. Cinco muertes violentas al día. Viaje al rincón más peligroso del mundo". Tanto el contenido del extenso reportaje de Pablo Ordaz como las fotografías de las páginas interiores que lo acompañan, no tienen desperdicio.
El espléndido texto de Ordaz se lee de un tirón. Las imágenes que describe el reportero resultan, además de apabullantes, demasiado familiares: son las mismas que vemos todas las noches en los noticiarios de la televisión. No obstante, leerlas en una publicación extranjera tan prestigiosa como es El País provoca todavía más rabia, más coraje y mucha más vergüenza. Después de lo descrito allí, nos preguntamos, ¿qué turista, mexicano o extranjero, querrá viajar a uno de los rincones "más peligrosos del mundo"? Y eso que el periodista español no se refirió, concretamente, a las muertas de Juárez. Tal vez evitó el tema, como un gesto de compasión hacia los miles de lectores que seguramente tiene el semanario en diferentes países de habla hispana.
En seguida me permito transcribir pequeños fragmentos del extenso reportaje de Ordaz. No hay duda que leerlo en su totalidad resultaría aún más revelador y estrujante; de allí que lo recomiende vivamente aunque luego se nos tache a los periodistas de "catastrofistas" o bien de que estamos contribuyendo a que no venga turismo a nuestro país.
El recorrido que hace Ordaz en Ciudad Juárez, lo realiza junto con unas fuerzas especiales procedentes en su mayoría de las filas del Ejército. Su aventura sucede durante un sábado de febrero escogido al azar, día en que terminan por morir ocho jóvenes asesinados por las "oscuras mafias de la droga".
"Es una guerra extraña la que vive México. Las bajas se cuentan por decenas, todos los días, como en cualquier guerra. Pero aquí no hay dos bandos. Hay muchos, y andan disfrazados".
"Según ha llegado a admitir Felipe Calderón, el presidente de México, más de la mitad de la policía mexicana 'no es recomendable'. Hay casos como el de Tijuana, donde se detectó que nueve de cada 10 policías locales habían sido comprados por el narcotráfico. Incluso entre los 11,000 federales recién contratados, la mitad resultó ser de moral distraída"... "El Paso es una de las ciudades más seguras de Estados Unidos. Ciudad Juárez, la más violenta de México. En El Paso, como en toda frontera, se venden armas de grueso calibre sin ningún impedimento. Aquí se mata con ellas".
"Le llamaban el Señor de los Cielos. De él se dice que tenía una docena de Boeing 727 con los que introducía cocaína en Estados Unidos. La épica de la frontera. Las reglas. El respeto. La complicidad de los gobernantes. Tú hasta aquí y yo hasta allí. Y como último recurso, la muerte. La muerte como herramienta de trabajo, de poder, de advertencia"... "Todo eso se acabó hace algo más de un año. La versión oficial es que tantos años de complacencia con el crimen organizado habían llegado a horadar los cimientos de la República y amenazaban con privatizar el país en su beneficio. 'Los señores de la droga ya estaban tocando las puertas de Los Pinos (la sede de la Presidencia de la República)', dice a media voz uno de los hombres más poderosos de México. 'O los combatíamos o les entregábamos el país. Ya eran dueños de algunos cuerpos enteros de policía que trabajaban para ellos'. El caso es que el presidente, Felipe Calderón, tocó zafarrancho de combate. Hace de eso un año, dos meses y 7,000 muertos".
"'El día que más miedo pasé', comenta una enfermera del servicio de urgencias, 'fue hace sólo unos meses. Recibimos el aviso de que había un joven malherido tirado en la calle. Acababa de ser víctima de un ataque armado. Fuimos hacia allá y llegamos cuando todavía respiraba. No había tiempo que perder. Lo metimos en la ambulancia y salimos corriendo hacia el hospital. A medio camino se nos cruzaron dos furgonetas con los cristales oscuros. Bajaron tres o cuatro encapuchados, nos apuntaron en la cabeza al chofer y a mí y nos dijeron que nos estuviésemos quietos. Fueron a la parte de atrás, sacaron al herido y le dieron el tiro de gracia en medio de la calle... Nos dijeron que, por nuestro bien, la próxima vez no tuviésemos tanto interés en llegar tan rápido...'".
"El procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, maneja un dato estremecedor: Al 40% de los que mueren no los reclama nadie".
"Fosas comunes. Esquinas de papel en los diarios. Y la batalla que no cesa. Todos los días, el gobierno de México distribuye una serie de comunicados partes de guerra que dan cuenta de la incautación de armas, de la intervención de droga, de la detención de sicarios. Pero al día siguiente, invariablemente, los noticieros hacer recuento de las bajas, y raro es el día que no superan las dos cifras. Diez en Ciudad Juárez. Cinco en Tijuana. Dos en Culiacán. Total: 17. Hay ciudades marcadas por la tragedia diaria. Suelen ser las sedes fronterizas de los antiguos cárteles de la droga, hoy atomizados por las guerras entre sí y por el embate del Estado, pero también se producen bajas muy cerca del mar Caribe, a pocos metros de las palmeras y los hoteles de lujo".
El espléndido texto de Ordaz se lee de un tirón. Las imágenes que describe el reportero resultan, además de apabullantes, demasiado familiares: son las mismas que vemos todas las noches en los noticiarios de la televisión. No obstante, leerlas en una publicación extranjera tan prestigiosa como es El País provoca todavía más rabia, más coraje y mucha más vergüenza. Después de lo descrito allí, nos preguntamos, ¿qué turista, mexicano o extranjero, querrá viajar a uno de los rincones "más peligrosos del mundo"? Y eso que el periodista español no se refirió, concretamente, a las muertas de Juárez. Tal vez evitó el tema, como un gesto de compasión hacia los miles de lectores que seguramente tiene el semanario en diferentes países de habla hispana.
En seguida me permito transcribir pequeños fragmentos del extenso reportaje de Ordaz. No hay duda que leerlo en su totalidad resultaría aún más revelador y estrujante; de allí que lo recomiende vivamente aunque luego se nos tache a los periodistas de "catastrofistas" o bien de que estamos contribuyendo a que no venga turismo a nuestro país.
El recorrido que hace Ordaz en Ciudad Juárez, lo realiza junto con unas fuerzas especiales procedentes en su mayoría de las filas del Ejército. Su aventura sucede durante un sábado de febrero escogido al azar, día en que terminan por morir ocho jóvenes asesinados por las "oscuras mafias de la droga".
"Es una guerra extraña la que vive México. Las bajas se cuentan por decenas, todos los días, como en cualquier guerra. Pero aquí no hay dos bandos. Hay muchos, y andan disfrazados".
"Según ha llegado a admitir Felipe Calderón, el presidente de México, más de la mitad de la policía mexicana 'no es recomendable'. Hay casos como el de Tijuana, donde se detectó que nueve de cada 10 policías locales habían sido comprados por el narcotráfico. Incluso entre los 11,000 federales recién contratados, la mitad resultó ser de moral distraída"... "El Paso es una de las ciudades más seguras de Estados Unidos. Ciudad Juárez, la más violenta de México. En El Paso, como en toda frontera, se venden armas de grueso calibre sin ningún impedimento. Aquí se mata con ellas".
"Le llamaban el Señor de los Cielos. De él se dice que tenía una docena de Boeing 727 con los que introducía cocaína en Estados Unidos. La épica de la frontera. Las reglas. El respeto. La complicidad de los gobernantes. Tú hasta aquí y yo hasta allí. Y como último recurso, la muerte. La muerte como herramienta de trabajo, de poder, de advertencia"... "Todo eso se acabó hace algo más de un año. La versión oficial es que tantos años de complacencia con el crimen organizado habían llegado a horadar los cimientos de la República y amenazaban con privatizar el país en su beneficio. 'Los señores de la droga ya estaban tocando las puertas de Los Pinos (la sede de la Presidencia de la República)', dice a media voz uno de los hombres más poderosos de México. 'O los combatíamos o les entregábamos el país. Ya eran dueños de algunos cuerpos enteros de policía que trabajaban para ellos'. El caso es que el presidente, Felipe Calderón, tocó zafarrancho de combate. Hace de eso un año, dos meses y 7,000 muertos".
"'El día que más miedo pasé', comenta una enfermera del servicio de urgencias, 'fue hace sólo unos meses. Recibimos el aviso de que había un joven malherido tirado en la calle. Acababa de ser víctima de un ataque armado. Fuimos hacia allá y llegamos cuando todavía respiraba. No había tiempo que perder. Lo metimos en la ambulancia y salimos corriendo hacia el hospital. A medio camino se nos cruzaron dos furgonetas con los cristales oscuros. Bajaron tres o cuatro encapuchados, nos apuntaron en la cabeza al chofer y a mí y nos dijeron que nos estuviésemos quietos. Fueron a la parte de atrás, sacaron al herido y le dieron el tiro de gracia en medio de la calle... Nos dijeron que, por nuestro bien, la próxima vez no tuviésemos tanto interés en llegar tan rápido...'".
"El procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, maneja un dato estremecedor: Al 40% de los que mueren no los reclama nadie".
"Fosas comunes. Esquinas de papel en los diarios. Y la batalla que no cesa. Todos los días, el gobierno de México distribuye una serie de comunicados partes de guerra que dan cuenta de la incautación de armas, de la intervención de droga, de la detención de sicarios. Pero al día siguiente, invariablemente, los noticieros hacer recuento de las bajas, y raro es el día que no superan las dos cifras. Diez en Ciudad Juárez. Cinco en Tijuana. Dos en Culiacán. Total: 17. Hay ciudades marcadas por la tragedia diaria. Suelen ser las sedes fronterizas de los antiguos cárteles de la droga, hoy atomizados por las guerras entre sí y por el embate del Estado, pero también se producen bajas muy cerca del mar Caribe, a pocos metros de las palmeras y los hoteles de lujo".
La Historia se Repite
"Se siente como que algo grande está a punto de suceder. Todo ello emerge de forma asimétrica frente al nacimiento del siglo: La singularidad. El final de de todo lo que conocemos y el inicio de algo que tal vez no lleguemos a comprender."
Danny Hillis
Ante el inminente cambio de gobierno en mi estado de Sonora, hago una reflexión de lo que sucede en un mundo que nadie parece entender. Un mundo que amenaza devorarnos cuando caminamos sus veredas con mapas extraídos de los baúles de un pasado que nos heredara miseria y dolor. Tal vez a nuestros precandidatos les sirva para ventear mejor la aventada y agarrar una buena vereda.
Caminamos hacia el final de la primera década del siglo el cual, como letra sagrada, hace realidad las profecías de Davison cuando escribiera: "Cristo, teólogos, filósofos observaron el final de siglo pasado seguros algo anormal se cocinaba en el horizonte. Newton especuló sobre el final del mundo en esta década. Nostradamus anunció el arribo del Anticristo. Carl Jung tuvo la visón de una nueva y totalmente inesperada Nueva Era."
Una gran inseguridad acerca del futuro se expande oscureciendo el optimismo que caracterizó la humanidad los últimos 250 años. En todo el mundo la gente se desvela insegura y preocupada. Se lee en sus rostros, se escucha en sus conversaciones, se refleja en sus votos. Así como algo invisible anuncia una tormenta antes de que las nubes aparezcan en el horizonte, el final de esta década dicta la premonición de un gran cambio y se respira en el ambiente.
A medida que la década expira, se aleja de un violento siglo que muchos quisiéramos olvidar. El inicio de la siguiente estará develando una nueva era de la historia: La era del individuo soberano.
LA HISTORIA SE REPITE
Siempre que los cambios tecnológicos han divorciado poblaciones de las seniles fórmulas controlando la economía, los estándares morales, la política, la gente pierde el respeto para quienes comandan las viejas instituciones. Ello se manifiesta aun antes que se desarrolle una nueva y coherente ideología para ejecutar el cambio. Así sucedió a finales del siglo 15 cuando la medieval Iglesia fuera la institución predominante del federalismo y las monarquías.
La vida de las poblaciones durante ese siglo, fue finalmente saturada por la religión organizada, preparando la tormenta perfecta. Al final de esta década, la vida de las sociedades ha sido saturada por la política. En el siglo 15 el costo de mantener la religión institucionalizada alcanzaba el extremismo. El costo de mantener el estado y soportar sus cadenas hoy día, alcanza ya los mismos extremos.
La religión ante la revolución de las armas de fuego fue sometida, desprendida de sus ilimitados poderes reduciendo su costo e influencia. Una revolución tecnológica similar está destinada a reducir dramáticamente el poder, la influencia y el tamaño de la nación-estado en las siguientes décadas.
Las manifestaciones de esta descomposición las hemos sufrido los últimos meses. Los cambios tecnológicos están no solamente creando graves crisis fiscales a los gobiernos, están por derribar muchas grandes estructuras. Durante el siglo pasado desaparecieron más de 20 imperios. Los gobiernos deberán adaptarse a la creciente autonomía del individuo sin combatirla. La capacidad de la nación-estado para gravar utilizando sus draconianos impuestos, se ha visto ya disminuida entre un 50 a 70%. Ello tiende a definir jurisdicciones pequeñas más ágiles y exitosas
A medida que la nación-estado se descompone, modernos bárbaros asumen el poder tras bambalinas. Grupos como la Mafia Rusa, Narcotraficantes, terroristas y agencias renegadas de gobiernos en caos, controlan ya gran parte del mundo en donde son la única ley. Estos grupos están mucho más infiltrados en los gobiernos de lo que se piensa. Ellos son micro parásito y se alimentan del moribundo sistema. Ante la violencia y falta de escrúpulos que ejerce un estado en guerra, ellos están respondiendo aun con más fuerza y ferocidad. Su creciente influencia y poder, es la manifestación más clara de la decadencia de la nación-estado y con las armas no serán derrotados.
Lo que atestiguamos en los EU -el eje central de la economía mundial- es la más clara manifestación del proceso de putrefacción de los gobiernos. Los EU, como la Roma de hace 2,000 años, es el centro de la geopolítica mundial. Es por ello que en Sonora tenemos boleto de primera fila para el espectáculo y, al igual que Roma, el abuso de los poderes estatales abre la avenida para el gran cambio liderado por individuo soberano. Pero antes de que la manifestación soberana se asiente, la nación-estado, frente a esa temerosa humanidad, llevará a cabo su última violenta carga tratando de sobrevivir.
No conozco a los aspirantes panistas a la gubernatura de mi estado pero, al igual que hace seis años, me encuentro ante la incómoda situación de alabar a dos de los contendientes priistas. Conozco a Ernesto Gándara y Alfonso Elías y el primer ingrediente que sazona mi entusiasmo, es el afirmar que ambos provienen de cunas ejemplares-como diría el Churi-son toritos de buen registro. Tanto la familia Elías como la Gándara, tienen profundas ligas con la mía propia. El abuelo de Alfonso, don Alejandro Elías, al igual que el mío, Manuel P. Torres, fue pilar en la ganadería sonorense. Su padre, Nacho, es un hombre ejemplar e intachable. El padre de Ernesto, don César Gándara, fue un hombre de vida ejemplar y gran amigo de mi padre. Ambos tienen credenciales que los califican.
Ahora yo pregunto: ¿Cuál de estos dos sonorenses tiene las herramientas para someter al tigre? Un estado apuntando hacia una "tormenta mundial sin precedentes." Una tormenta que para calibrarla debemos escuchar al presidente de Rusia advirtiendo el peligro de las políticas socialistas de Obama. Una tormenta precedida por los trillones de dólares emitidos por el FED los últimos meses apuntando hacia hiperinflación y stagflación. Una tormenta que enfrenta ya abiertamente a los modernos bárbaros con la senil nación-estado. Una tormenta decorada con expertos anunciando la inminente caída del Estado mexicano frente al narcotráfico. Una tormenta apuntando hacia la resurrección del viejo nacionalismo y el nefasto mercantilismo.
Cuál de estos dos sonorenses tiene la habilidad para leer el mensaje y asumir el papel del "político asimétrico." Un papel que facilite el cambio en lugar de resistirlo. Que entienda la vieja nación-estado fallece para darle vida a jurisdicciones más pequeñas y agiles. Que se asome al estado de New Hampshire para atestiguar lo que verdaderamente es al federalismo y el culto a la libertad. Un político que no se espante ante las patadas de ahogado de la malherida nación-estado frente a la carga de la libertad y los verdaderos mercados libres.
Estos no son tiempos normales y Sonora, al igual que México, no necesita de políticos tradicionales. Necesita visionarios y estadistas. ¿Los tenemos?
Danny Hillis
Ante el inminente cambio de gobierno en mi estado de Sonora, hago una reflexión de lo que sucede en un mundo que nadie parece entender. Un mundo que amenaza devorarnos cuando caminamos sus veredas con mapas extraídos de los baúles de un pasado que nos heredara miseria y dolor. Tal vez a nuestros precandidatos les sirva para ventear mejor la aventada y agarrar una buena vereda.
Caminamos hacia el final de la primera década del siglo el cual, como letra sagrada, hace realidad las profecías de Davison cuando escribiera: "Cristo, teólogos, filósofos observaron el final de siglo pasado seguros algo anormal se cocinaba en el horizonte. Newton especuló sobre el final del mundo en esta década. Nostradamus anunció el arribo del Anticristo. Carl Jung tuvo la visón de una nueva y totalmente inesperada Nueva Era."
Una gran inseguridad acerca del futuro se expande oscureciendo el optimismo que caracterizó la humanidad los últimos 250 años. En todo el mundo la gente se desvela insegura y preocupada. Se lee en sus rostros, se escucha en sus conversaciones, se refleja en sus votos. Así como algo invisible anuncia una tormenta antes de que las nubes aparezcan en el horizonte, el final de esta década dicta la premonición de un gran cambio y se respira en el ambiente.
A medida que la década expira, se aleja de un violento siglo que muchos quisiéramos olvidar. El inicio de la siguiente estará develando una nueva era de la historia: La era del individuo soberano.
LA HISTORIA SE REPITE
Siempre que los cambios tecnológicos han divorciado poblaciones de las seniles fórmulas controlando la economía, los estándares morales, la política, la gente pierde el respeto para quienes comandan las viejas instituciones. Ello se manifiesta aun antes que se desarrolle una nueva y coherente ideología para ejecutar el cambio. Así sucedió a finales del siglo 15 cuando la medieval Iglesia fuera la institución predominante del federalismo y las monarquías.
La vida de las poblaciones durante ese siglo, fue finalmente saturada por la religión organizada, preparando la tormenta perfecta. Al final de esta década, la vida de las sociedades ha sido saturada por la política. En el siglo 15 el costo de mantener la religión institucionalizada alcanzaba el extremismo. El costo de mantener el estado y soportar sus cadenas hoy día, alcanza ya los mismos extremos.
La religión ante la revolución de las armas de fuego fue sometida, desprendida de sus ilimitados poderes reduciendo su costo e influencia. Una revolución tecnológica similar está destinada a reducir dramáticamente el poder, la influencia y el tamaño de la nación-estado en las siguientes décadas.
Las manifestaciones de esta descomposición las hemos sufrido los últimos meses. Los cambios tecnológicos están no solamente creando graves crisis fiscales a los gobiernos, están por derribar muchas grandes estructuras. Durante el siglo pasado desaparecieron más de 20 imperios. Los gobiernos deberán adaptarse a la creciente autonomía del individuo sin combatirla. La capacidad de la nación-estado para gravar utilizando sus draconianos impuestos, se ha visto ya disminuida entre un 50 a 70%. Ello tiende a definir jurisdicciones pequeñas más ágiles y exitosas
A medida que la nación-estado se descompone, modernos bárbaros asumen el poder tras bambalinas. Grupos como la Mafia Rusa, Narcotraficantes, terroristas y agencias renegadas de gobiernos en caos, controlan ya gran parte del mundo en donde son la única ley. Estos grupos están mucho más infiltrados en los gobiernos de lo que se piensa. Ellos son micro parásito y se alimentan del moribundo sistema. Ante la violencia y falta de escrúpulos que ejerce un estado en guerra, ellos están respondiendo aun con más fuerza y ferocidad. Su creciente influencia y poder, es la manifestación más clara de la decadencia de la nación-estado y con las armas no serán derrotados.
Lo que atestiguamos en los EU -el eje central de la economía mundial- es la más clara manifestación del proceso de putrefacción de los gobiernos. Los EU, como la Roma de hace 2,000 años, es el centro de la geopolítica mundial. Es por ello que en Sonora tenemos boleto de primera fila para el espectáculo y, al igual que Roma, el abuso de los poderes estatales abre la avenida para el gran cambio liderado por individuo soberano. Pero antes de que la manifestación soberana se asiente, la nación-estado, frente a esa temerosa humanidad, llevará a cabo su última violenta carga tratando de sobrevivir.
No conozco a los aspirantes panistas a la gubernatura de mi estado pero, al igual que hace seis años, me encuentro ante la incómoda situación de alabar a dos de los contendientes priistas. Conozco a Ernesto Gándara y Alfonso Elías y el primer ingrediente que sazona mi entusiasmo, es el afirmar que ambos provienen de cunas ejemplares-como diría el Churi-son toritos de buen registro. Tanto la familia Elías como la Gándara, tienen profundas ligas con la mía propia. El abuelo de Alfonso, don Alejandro Elías, al igual que el mío, Manuel P. Torres, fue pilar en la ganadería sonorense. Su padre, Nacho, es un hombre ejemplar e intachable. El padre de Ernesto, don César Gándara, fue un hombre de vida ejemplar y gran amigo de mi padre. Ambos tienen credenciales que los califican.
Ahora yo pregunto: ¿Cuál de estos dos sonorenses tiene las herramientas para someter al tigre? Un estado apuntando hacia una "tormenta mundial sin precedentes." Una tormenta que para calibrarla debemos escuchar al presidente de Rusia advirtiendo el peligro de las políticas socialistas de Obama. Una tormenta precedida por los trillones de dólares emitidos por el FED los últimos meses apuntando hacia hiperinflación y stagflación. Una tormenta que enfrenta ya abiertamente a los modernos bárbaros con la senil nación-estado. Una tormenta decorada con expertos anunciando la inminente caída del Estado mexicano frente al narcotráfico. Una tormenta apuntando hacia la resurrección del viejo nacionalismo y el nefasto mercantilismo.
Cuál de estos dos sonorenses tiene la habilidad para leer el mensaje y asumir el papel del "político asimétrico." Un papel que facilite el cambio en lugar de resistirlo. Que entienda la vieja nación-estado fallece para darle vida a jurisdicciones más pequeñas y agiles. Que se asome al estado de New Hampshire para atestiguar lo que verdaderamente es al federalismo y el culto a la libertad. Un político que no se espante ante las patadas de ahogado de la malherida nación-estado frente a la carga de la libertad y los verdaderos mercados libres.
Estos no son tiempos normales y Sonora, al igual que México, no necesita de políticos tradicionales. Necesita visionarios y estadistas. ¿Los tenemos?
lunes, 2 de marzo de 2009
Aristocracia Política
Aunque México es la economía número catorce (hasta nuevo aviso), ocupa también el lugar número quince con peor distribución del ingreso. Pero también es uno de los países que mejor pagan a su élite burocrática y política, muchas veces por encima de los países más ricos y prósperos. México nació para ser explotado por la élite del poder en turno. Ese es el estigma de la Conquista, que no fue superado por la Independencia, la Reforma o la Revolución de 1910. Tampoco la "democratización" actual está logrando y al parecer ni siquiera intentando modificar ese triste destino.
Debiéramos por lo pronto aprovechar el frustrado intento de los consejeros del IFE de elevarse el salario en 45 % (salvo Alfredo Figueroa, que siempre se opuso), para revisar la política salarial de nuestra aristocracia política, la cual, independientemente de la importancia de sus responsabilidades, debiera tener ingresos acordes al nivel socioeconómico del país, que no es precisamente boyante. Se quejan algunos de los consejeros del IFE que se les mide con una vara más severa que a otras instituciones, con las cuales la opinión pública suele ser más complaciente. Es cierto en buena medida. Y probablemente eso se debe a que el IFE se erigió como el principal eje democratizador, por lo que se espera de sus directivos y autoridades algo más que del resto de la clase política en general. Ese es un precio que deben pagar los consejeros a cambio del mayor prestigio y confianza que la ciudadanía otorga al IFE en relación, por ejemplo, con el Congreso y los partidos políticos (cuya evaluación está al nivel de las nada confiables policías).
Es cierto también que los exorbitantes salarios que ya no recibirán los consejeros del IFE los disfrutan desde hace tiempo los ministros de la Suprema Corte de Justicia (5 millones al año, cada ministro) cuyo desempeño ha dejado mucho qué desear. Baste recordar la grosera exoneración moral que extendieron al impresentable Mario Marín, con argumentos rebuscados y nada convincentes. Y en el caso de Atenco también se quedaron cortos, pues pese a la evidencia de la brutalidad policiaca, los jefes políticos aplaudieron e incluso premiaron a sus cavernícolas, en lugar de sancionarlos. La Corte ha contribuido a apuntalar, en lugar de combatir, la endémica impunidad mexicana. No, no merecen los salarios de superlujo que reciben.
En un nivel salarial parecido están también los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Pero no hay justificación social ni profesional para tan ofensivas prebendas. Baste recordar la forma en que los magistrados manejaron la elección de 2006, sin la exhaustividad a la que estaban obligados, con un dictamen final lleno de hoyos y contradicciones, ofreciendo además una información distinta a la consignada en las actas electorales (en abierto engaño a la ciudadanía), y habiendo modificado sobre la marcha criterios de interpretación legal sobre los mismos asuntos (un fraude a la ley). Quizá lo hicieron por temor, por presiones provenientes de altos niveles, o por sesgos personales. Por lo que haya sido, lo indiscutible es que quedaron muy por debajo de las circunstancias de ese delicado proceso.
Siguiendo con el resto de la aristocracia política, si bien sus salarios no son tan insultantes como los del poder Judicial (aunque sí lo son en el caso de muchos alcaldes y gobernadores), siguen siendo elevados en relación con las mismas dos variables; su pobre desempeño profesional y la situación socioeconómica del país. No hay más que ver el desempeño de la mayoría del gabinete presidencial (con sus excepciones), sus torpes declaraciones, sus magros resultados, su inoperancia política, los escándalos que provocan, para saber que su calidad no justifica sus ingresos. Desde luego, puede aflorar una vez más el viejo argumento de que las elevadas remuneraciones responden al propósito de inhibir la corrupción (dando por sentado que quienes ahí llegan son perfectamente corruptibles, lo cual parece cierto), Pero resulta que, sea cual sea el nivel salarial, la corrupción sigue siendo un mal endémico y estructural (que no se penaliza ni por casualidad). Viene por otro lado la competitividad del mercado laboral. Si los salarios fueran más modestos -argumentan- los mejores se irían a la iniciativa privada, que llega a pagar mucho mejores sueldos. Eso alegaba el mediocrazo ex-gobernador de Querétaro, Ignacio Loyola, para justificar sus trescientos cincuenta mil pesos mensuales de salario. Y eso de que con buenos ingresgos se puede contratar a los mejores no está nada claro; prevalecen el compadrazgo, las cuotas partidarias y los compromisos políticos como criterios de selección, no la preparación, la destreza ni la experiencia profesional. Quien no tenga vocación de servicio público mejor estaría en la iniciativa privada, si de verdad es alguien competitivo y eficaz (como difícilmente lo son nuestros aristócratas políticos).
Y de los legisladores, más vale no hablar. Lo único decente que podrían hacer ahora es aprobar la congelada iniciativa de la Ley de Salarios Máximos, para que ningún servidor pueda designar su propio salario ni recibir un ingreso mayor al del jefe del Estado, con las excepciones de los especialistas que determine el Congreso en cada caso (el PAN pone resistencia a esto último, pues prefiere dejar las excepciones abiertas). Más aún, nada mal estaría que por lo pronto se bajara el nivel de salarios de la aristocracia política en al menos un 10 %. No sería demagogia ni populismo, sino un mínimo de sensibilidad social en estos tiempos de crisis, desempleo y devaluación.
Debiéramos por lo pronto aprovechar el frustrado intento de los consejeros del IFE de elevarse el salario en 45 % (salvo Alfredo Figueroa, que siempre se opuso), para revisar la política salarial de nuestra aristocracia política, la cual, independientemente de la importancia de sus responsabilidades, debiera tener ingresos acordes al nivel socioeconómico del país, que no es precisamente boyante. Se quejan algunos de los consejeros del IFE que se les mide con una vara más severa que a otras instituciones, con las cuales la opinión pública suele ser más complaciente. Es cierto en buena medida. Y probablemente eso se debe a que el IFE se erigió como el principal eje democratizador, por lo que se espera de sus directivos y autoridades algo más que del resto de la clase política en general. Ese es un precio que deben pagar los consejeros a cambio del mayor prestigio y confianza que la ciudadanía otorga al IFE en relación, por ejemplo, con el Congreso y los partidos políticos (cuya evaluación está al nivel de las nada confiables policías).
Es cierto también que los exorbitantes salarios que ya no recibirán los consejeros del IFE los disfrutan desde hace tiempo los ministros de la Suprema Corte de Justicia (5 millones al año, cada ministro) cuyo desempeño ha dejado mucho qué desear. Baste recordar la grosera exoneración moral que extendieron al impresentable Mario Marín, con argumentos rebuscados y nada convincentes. Y en el caso de Atenco también se quedaron cortos, pues pese a la evidencia de la brutalidad policiaca, los jefes políticos aplaudieron e incluso premiaron a sus cavernícolas, en lugar de sancionarlos. La Corte ha contribuido a apuntalar, en lugar de combatir, la endémica impunidad mexicana. No, no merecen los salarios de superlujo que reciben.
En un nivel salarial parecido están también los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Pero no hay justificación social ni profesional para tan ofensivas prebendas. Baste recordar la forma en que los magistrados manejaron la elección de 2006, sin la exhaustividad a la que estaban obligados, con un dictamen final lleno de hoyos y contradicciones, ofreciendo además una información distinta a la consignada en las actas electorales (en abierto engaño a la ciudadanía), y habiendo modificado sobre la marcha criterios de interpretación legal sobre los mismos asuntos (un fraude a la ley). Quizá lo hicieron por temor, por presiones provenientes de altos niveles, o por sesgos personales. Por lo que haya sido, lo indiscutible es que quedaron muy por debajo de las circunstancias de ese delicado proceso.
Siguiendo con el resto de la aristocracia política, si bien sus salarios no son tan insultantes como los del poder Judicial (aunque sí lo son en el caso de muchos alcaldes y gobernadores), siguen siendo elevados en relación con las mismas dos variables; su pobre desempeño profesional y la situación socioeconómica del país. No hay más que ver el desempeño de la mayoría del gabinete presidencial (con sus excepciones), sus torpes declaraciones, sus magros resultados, su inoperancia política, los escándalos que provocan, para saber que su calidad no justifica sus ingresos. Desde luego, puede aflorar una vez más el viejo argumento de que las elevadas remuneraciones responden al propósito de inhibir la corrupción (dando por sentado que quienes ahí llegan son perfectamente corruptibles, lo cual parece cierto), Pero resulta que, sea cual sea el nivel salarial, la corrupción sigue siendo un mal endémico y estructural (que no se penaliza ni por casualidad). Viene por otro lado la competitividad del mercado laboral. Si los salarios fueran más modestos -argumentan- los mejores se irían a la iniciativa privada, que llega a pagar mucho mejores sueldos. Eso alegaba el mediocrazo ex-gobernador de Querétaro, Ignacio Loyola, para justificar sus trescientos cincuenta mil pesos mensuales de salario. Y eso de que con buenos ingresgos se puede contratar a los mejores no está nada claro; prevalecen el compadrazgo, las cuotas partidarias y los compromisos políticos como criterios de selección, no la preparación, la destreza ni la experiencia profesional. Quien no tenga vocación de servicio público mejor estaría en la iniciativa privada, si de verdad es alguien competitivo y eficaz (como difícilmente lo son nuestros aristócratas políticos).
Y de los legisladores, más vale no hablar. Lo único decente que podrían hacer ahora es aprobar la congelada iniciativa de la Ley de Salarios Máximos, para que ningún servidor pueda designar su propio salario ni recibir un ingreso mayor al del jefe del Estado, con las excepciones de los especialistas que determine el Congreso en cada caso (el PAN pone resistencia a esto último, pues prefiere dejar las excepciones abiertas). Más aún, nada mal estaría que por lo pronto se bajara el nivel de salarios de la aristocracia política en al menos un 10 %. No sería demagogia ni populismo, sino un mínimo de sensibilidad social en estos tiempos de crisis, desempleo y devaluación.
Narrativa
Las metáforas del mando giran con frecuencia alrededor de las imágenes de la acción arriesgada: el capitán que conduce una embarcación en aguas revueltas; el cirujano que detecta la enfermedad y aplica la cura, el cirujano que abre la piel para extirpar el tumor, el general que diseña la estrategia de ataque y dirige a las tropas en el combate. Las metáforas también bordan el universo de la planeación reposada y cerebral: el arquitecto que traza líneas para proyectar los espacios de la convivencia; el ingeniero que diseña las catapultas de la acción colectiva. El gobernante como general, como diseñador, médico o capitán. Si seguimos esas alegorías asumiremos que el gobernante actúa directamente en la realidad y responde solamente por el resultado de sus actos. Equipado de los instrumentos de su oficio, diseña un puente o planea una batalla. El mando en el lápiz, el bisturí, las riendas. Los efectos de su inteligencia habrán de verse directamente en el mundo: victoria en la guerra, arribo al puerto; alivio del paciente; levantamiento de la casa.
Un componente esencial de la labor política se ausenta en cada uno de esos símbolos: la labor de la narrativa. Es que la acción política no depende en exclusiva de sus instrumentos ni de sus maniobras. En eso se separa de aquellas alusiones a la inteligencia práctica. El arquitecto ha de ser también fabulista; el comandante debe ser cuentista, el capitán un narrador. En la televisión puede verse el cuento de un médico genial que es capaz de escapar los engaños de sus pacientes para descubrir las enfermedades más encubiertas. Un científico con la sabiduría de un cínico y la rudeza de un salvaje. La aspereza de su trato no obstaculiza el tino de su juicio. Por el contrario, el taladro de su inteligencia se abre paso gracias al olvido de las cortesías. El doctor House que aparece en la televisión sabe que no hay más que una herramienta para la cura de sus pacientes: la ciencia. Por eso no hay razón para perder el tiempo en amabilidades y consuelos; ninguna razón para confiar en la voz del enfermo ni para malgastar energía animando al moribundo con esperanzas. Al paciente no se le explica nada: se le cura. Basta una percepción aguda y familiaridad con los descubrimientos de la ciencia. El personaje de la serie ilustra el carácter rigurosamente técnico de su oficio. El doctor House se acerca a un paciente con la pasión con la que un hombre de ciencia acomete un experimento que lo pone a prueba. Un desafío estrictamente intelectual: la enfermedad es una carrera contra reloj: lograr el diagnóstico y prescribir el tratamiento antes de que gane la muerte. Punto.
Me refiero al hecho de que la acción política no es solamente acción. También es narración. No es solamente decisión sino también relato sobre el contexto en el que se inserta esa decisión. No basta el diagnóstico, es necesaria una descripción persuasiva. No es suficiente la prescripción, hace falta también una invitación.
Hablo de esto porque el estrechamiento de la política en México coincide con su abdicación narrativa. Tras la fábula de la nación descubierta y la ruta mexicana al progreso de la vieja retórica revolucionaria apareció un cuento fugaz: el país que asalta la modernidad por el puente de la aritmética electoral y la economía abierta. El agotamiento de esos relatos dejó un enorme vacío que ha sido remplazado por la simple descripción de hechos que se acumulan y la exhibición de decisiones inconexas. Ese es uno de los vacíos más profundos del panismo gobernante y, particularmente, de la administración de Felipe Calderón. Tiempos extraordinarios, dramáticos, cargados de peligros que no encuentran en los voceros oficiales más que enumeración de eventos, recuento de hechos, anuncio de decisiones, presunción de valentía. Nada que enlace los datos y las anécdotas, nada que inserte el caos del presente con algún otro tiempo significativo, nada que vincule los riesgos con las oportunidades. Estamos atrapados en un tren, sin poder ver el mirador del primer vagón. Sin posibilidad tampoco de asomarnos a lo que hay más atrás de lo inmediato. Por la ventana vemos cuerpos tendidos, cadáveres sangrientos pero no sabemos a dónde vamos. Escuchamos gritos, sentimos miedo. Del vagón del conductor emergen mensajes inconexos, incoherentes que describen el optimismo como una forma de patriotismo. No sabemos si avanzamos hacia la tranquilidad o si estamos más cerca de la catástrofe. El maquinista no ofrece información relevante: simplemente nos pide un voto de confianza. No cierra nuestras ventanas, ni pretende proyectar una película con paisajes primorosos, es cierto. No nos engaña, pero tampoco nos ubica, no nos ayuda a ponderar los retos, ni a percibir el rumbo. Sin suerte, intenta animarnos.
En ausencia de una narración convincente desde el gobierno, en ausencia de un relato razonable y verosímil, impera una profunda confusión. A falta de relato que ponga las cosas en su sitio, a falta de una historia que explique génesis y transformación de nuestra crisis y que explique el propósito y el alcance de la política gubernamental, impera el caos de imágenes que nos bombardean los medios. Nos salpica una violencia sin sentido que aparece por todas partes. Impera la inmediatez del periodismo. No aparece por ningún lado el faro de la política. Un gobierno sin narrativa no hace política. Por más que actúe, por más que hable, es incapaz de proveer sentido a las circunstancias y dirección a sus acciones. No hace política: se rasca, reaccionando a la comezón de los eventos
Un componente esencial de la labor política se ausenta en cada uno de esos símbolos: la labor de la narrativa. Es que la acción política no depende en exclusiva de sus instrumentos ni de sus maniobras. En eso se separa de aquellas alusiones a la inteligencia práctica. El arquitecto ha de ser también fabulista; el comandante debe ser cuentista, el capitán un narrador. En la televisión puede verse el cuento de un médico genial que es capaz de escapar los engaños de sus pacientes para descubrir las enfermedades más encubiertas. Un científico con la sabiduría de un cínico y la rudeza de un salvaje. La aspereza de su trato no obstaculiza el tino de su juicio. Por el contrario, el taladro de su inteligencia se abre paso gracias al olvido de las cortesías. El doctor House que aparece en la televisión sabe que no hay más que una herramienta para la cura de sus pacientes: la ciencia. Por eso no hay razón para perder el tiempo en amabilidades y consuelos; ninguna razón para confiar en la voz del enfermo ni para malgastar energía animando al moribundo con esperanzas. Al paciente no se le explica nada: se le cura. Basta una percepción aguda y familiaridad con los descubrimientos de la ciencia. El personaje de la serie ilustra el carácter rigurosamente técnico de su oficio. El doctor House se acerca a un paciente con la pasión con la que un hombre de ciencia acomete un experimento que lo pone a prueba. Un desafío estrictamente intelectual: la enfermedad es una carrera contra reloj: lograr el diagnóstico y prescribir el tratamiento antes de que gane la muerte. Punto.
Me refiero al hecho de que la acción política no es solamente acción. También es narración. No es solamente decisión sino también relato sobre el contexto en el que se inserta esa decisión. No basta el diagnóstico, es necesaria una descripción persuasiva. No es suficiente la prescripción, hace falta también una invitación.
Hablo de esto porque el estrechamiento de la política en México coincide con su abdicación narrativa. Tras la fábula de la nación descubierta y la ruta mexicana al progreso de la vieja retórica revolucionaria apareció un cuento fugaz: el país que asalta la modernidad por el puente de la aritmética electoral y la economía abierta. El agotamiento de esos relatos dejó un enorme vacío que ha sido remplazado por la simple descripción de hechos que se acumulan y la exhibición de decisiones inconexas. Ese es uno de los vacíos más profundos del panismo gobernante y, particularmente, de la administración de Felipe Calderón. Tiempos extraordinarios, dramáticos, cargados de peligros que no encuentran en los voceros oficiales más que enumeración de eventos, recuento de hechos, anuncio de decisiones, presunción de valentía. Nada que enlace los datos y las anécdotas, nada que inserte el caos del presente con algún otro tiempo significativo, nada que vincule los riesgos con las oportunidades. Estamos atrapados en un tren, sin poder ver el mirador del primer vagón. Sin posibilidad tampoco de asomarnos a lo que hay más atrás de lo inmediato. Por la ventana vemos cuerpos tendidos, cadáveres sangrientos pero no sabemos a dónde vamos. Escuchamos gritos, sentimos miedo. Del vagón del conductor emergen mensajes inconexos, incoherentes que describen el optimismo como una forma de patriotismo. No sabemos si avanzamos hacia la tranquilidad o si estamos más cerca de la catástrofe. El maquinista no ofrece información relevante: simplemente nos pide un voto de confianza. No cierra nuestras ventanas, ni pretende proyectar una película con paisajes primorosos, es cierto. No nos engaña, pero tampoco nos ubica, no nos ayuda a ponderar los retos, ni a percibir el rumbo. Sin suerte, intenta animarnos.
En ausencia de una narración convincente desde el gobierno, en ausencia de un relato razonable y verosímil, impera una profunda confusión. A falta de relato que ponga las cosas en su sitio, a falta de una historia que explique génesis y transformación de nuestra crisis y que explique el propósito y el alcance de la política gubernamental, impera el caos de imágenes que nos bombardean los medios. Nos salpica una violencia sin sentido que aparece por todas partes. Impera la inmediatez del periodismo. No aparece por ningún lado el faro de la política. Un gobierno sin narrativa no hace política. Por más que actúe, por más que hable, es incapaz de proveer sentido a las circunstancias y dirección a sus acciones. No hace política: se rasca, reaccionando a la comezón de los eventos
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Jesus Silva-Hersog Marquez
Tribunal Electoral y salarios máximos
El frustrado intento de los consejeros del Instituto Federal Electoral para aumentarse el 46 por ciento de sus percepciones justo en el inicio de una crisis económica sin precedentes en nada abona a la confiabilidad de las autoridades electorales. Uno de ellos me confiaba que lo único que deseaban es que no se perdiera su capacidad adquisitiva en dólares. Así, sin asomo de pena alguna. Los consejeros del IFE no son los únicos. En un reportaje de la revista Transparencia &Corrupción (www.revistatransparencia) se documenta la inequidad de la que hacen gala también los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
De entrada, perciben ingresos superiores al Presidente de la República en un 110%; es decir, tienen un sueldo base de 316, 982 pesos mensuales en comparación con 148, 015 del titular del Poder Ejecutivo Federal. Las cosas no se quedan ahí. Al hacer un comparativo entre México, Estados Unidos, Canadá y España, los resultados son indignantes. En efecto, mientras los magistrados del TEPJF perciben salarios de 28 mil dólares al tipo de cambio actual, sus contrapartes en Estados Unidos reciben 17 mil dólares, en Canadá, 20 mil y en España, 13 mil dólares americanos.
Del otro lado del mostrador, al investigar el monto de los sueldos mínimos mensuales, las cifras resultan aterradoras para nosotros. En México, un trabajador obtiene 130 dólares mensuales, en España, 994, en Canadá, 1090 y en Estados Unidos, 1100. El mundo al revés. En la base de la pirámide social los mexicanos ganan una miseria, pero en la cúspide sucede exactamente lo contrario. Si uno se cuestiona cuántos salarios mínimos mensuales cuesta en cada país un magistrado electoral o su equivalente, las cifras siguen la misma línea. En efecto, mientras en España un magistrado cuesta 14 salarios mínimos, en Estados Unidos, 15 y en Canadá, 20, en México- óigalo bien- cuesta ¡200! salarios mínimos; es decir, el 1000 por ciento más en relación a su más cercana referencia, Canadá. Pero no se enoje, esto apenas comienza. Si se compara cuántos ayudantes tiene cada staff o ponencia de cada magistrado los datos son coherentes con lo que aquí se afirma. En España, los asistentes cuestan 26 mil dólares, en Canadá, 30 mil, en Estados Unidos, 40 mil y en México, ¡170 mil dólares! Esto significa que en Estados Unidos, Canadá y España tienen entre 2 y 5 personas en las ponencias, en México tienen 34, incluidas la nada despreciable cifra de 10 secretarias y dos camionetas, una de ellas blindadas, entre muchos apoyos más.
La capacidad de asombro sigue. Al revisar 30 minutos de la navegación de las páginas web por todas las computadoras del TEPJF, otorgado por la propia institución como un dato modélico, se observa que sólo el 3% del tiempo de navegación corresponde a páginas relacionadas directamente con las actividades jurisdiccionales y el 97% a otros rubros, entre ellos páginas de contenido erótico y medicamentos para la disfunción eréctil más un largo etcétera. Por supuesto, nuestros magistrados, secretarios de estudio y cuenta y personal de apoyo tienen derecho a navegar por donde quieran, pero no con las computadoras pagadas por la sociedad, el servidor de internet cargado al erario y en su horario de trabajo. Esos son los garantes de la democracia electoral mexicana pintados de cuerpo entero.
Por todo lo anterior, es necesario que la iniciativa de Ley de Salarios Máximos se descongele y se apruebe, de suerte que la autonomía constitucional no sirva de coartada para servirse sin medida de los recursos de la comunidad. Y es necesario que la ley sea aprobada porque la moral pública está ausente en México. Es verdad que los magistrados podrían autorizarse un salario menor en el marco de sus atribuciones, pero no lo hacen porque ponen delante su interés personal sobre el interés público. Por si lo anterior fuera poco, el TEPJF ha retirado de su encargo a la maestra Gabriela Vargas, como directora general de la unidad de enlace. Su falta: abrir la información y estar comprometida con el derecho a saber y el cumplimiento escrupuloso de la ley. Desde tiempo atrás he criticado al TEPJF por sus excesos, pero quiero dejar constancia de la enorme valía de la maestra Vargas cuya ausencia es presagio de una cerrazón informativa en ese órgano jurisdiccional en perjuicio de todos. Se sacrifica al mensajero, pero se deja a salvo el mensaje que ofende a la sociedad.
De entrada, perciben ingresos superiores al Presidente de la República en un 110%; es decir, tienen un sueldo base de 316, 982 pesos mensuales en comparación con 148, 015 del titular del Poder Ejecutivo Federal. Las cosas no se quedan ahí. Al hacer un comparativo entre México, Estados Unidos, Canadá y España, los resultados son indignantes. En efecto, mientras los magistrados del TEPJF perciben salarios de 28 mil dólares al tipo de cambio actual, sus contrapartes en Estados Unidos reciben 17 mil dólares, en Canadá, 20 mil y en España, 13 mil dólares americanos.
Del otro lado del mostrador, al investigar el monto de los sueldos mínimos mensuales, las cifras resultan aterradoras para nosotros. En México, un trabajador obtiene 130 dólares mensuales, en España, 994, en Canadá, 1090 y en Estados Unidos, 1100. El mundo al revés. En la base de la pirámide social los mexicanos ganan una miseria, pero en la cúspide sucede exactamente lo contrario. Si uno se cuestiona cuántos salarios mínimos mensuales cuesta en cada país un magistrado electoral o su equivalente, las cifras siguen la misma línea. En efecto, mientras en España un magistrado cuesta 14 salarios mínimos, en Estados Unidos, 15 y en Canadá, 20, en México- óigalo bien- cuesta ¡200! salarios mínimos; es decir, el 1000 por ciento más en relación a su más cercana referencia, Canadá. Pero no se enoje, esto apenas comienza. Si se compara cuántos ayudantes tiene cada staff o ponencia de cada magistrado los datos son coherentes con lo que aquí se afirma. En España, los asistentes cuestan 26 mil dólares, en Canadá, 30 mil, en Estados Unidos, 40 mil y en México, ¡170 mil dólares! Esto significa que en Estados Unidos, Canadá y España tienen entre 2 y 5 personas en las ponencias, en México tienen 34, incluidas la nada despreciable cifra de 10 secretarias y dos camionetas, una de ellas blindadas, entre muchos apoyos más.
La capacidad de asombro sigue. Al revisar 30 minutos de la navegación de las páginas web por todas las computadoras del TEPJF, otorgado por la propia institución como un dato modélico, se observa que sólo el 3% del tiempo de navegación corresponde a páginas relacionadas directamente con las actividades jurisdiccionales y el 97% a otros rubros, entre ellos páginas de contenido erótico y medicamentos para la disfunción eréctil más un largo etcétera. Por supuesto, nuestros magistrados, secretarios de estudio y cuenta y personal de apoyo tienen derecho a navegar por donde quieran, pero no con las computadoras pagadas por la sociedad, el servidor de internet cargado al erario y en su horario de trabajo. Esos son los garantes de la democracia electoral mexicana pintados de cuerpo entero.
Por todo lo anterior, es necesario que la iniciativa de Ley de Salarios Máximos se descongele y se apruebe, de suerte que la autonomía constitucional no sirva de coartada para servirse sin medida de los recursos de la comunidad. Y es necesario que la ley sea aprobada porque la moral pública está ausente en México. Es verdad que los magistrados podrían autorizarse un salario menor en el marco de sus atribuciones, pero no lo hacen porque ponen delante su interés personal sobre el interés público. Por si lo anterior fuera poco, el TEPJF ha retirado de su encargo a la maestra Gabriela Vargas, como directora general de la unidad de enlace. Su falta: abrir la información y estar comprometida con el derecho a saber y el cumplimiento escrupuloso de la ley. Desde tiempo atrás he criticado al TEPJF por sus excesos, pero quiero dejar constancia de la enorme valía de la maestra Vargas cuya ausencia es presagio de una cerrazón informativa en ese órgano jurisdiccional en perjuicio de todos. Se sacrifica al mensajero, pero se deja a salvo el mensaje que ofende a la sociedad.
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